Sigue a continuación una nota publicada hoy en el portal informativo LA NACIÓN, destacando la participación de la Antena de Espacio Profundo de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la provincia de Mendoza, en la misión ExoMars al planeta Marte.
DE MARTE A MENDOZA: A LA ESPERA DE LAS SEÑALES DE LA MISIÓM EXOMARS
Por Nora Bär
El domingo, la sonda Schiaparelli se desprenderá del satélite que la transporta al planeta rojo; los datos llegarán a Malargüe.
Mientras los anuncios sobre la posibilidad de llevar humanos a Marte se suceden casi a diario, una nave de la Agencia Espacial Europea (ESA) se acerca velozmente al planeta rojo. Y el domingo, cuando la cápsula Schiaparelli se desprenda del satélite Trace Gas Orbiter (TGO) e inicie su descenso hacia una polvorienta llanura marciana, la Argentina estará ubicada en primera fila del espectáculo: los murmullos que envíen la nave y su módulo de exploración llegarán nueve minutos y 46 segundos más tarde a una enorme antena instalada en Malargüe, Mendoza.
"Durante el viaje, que duró siete meses, «hablábamos» con la nave cada dos días, más o menos -cuenta Jorge Vago, investigador argentino graduado en el ITBA, doctorado en física planetaria en los Estados Unidos y director científico de la misión Exo Mars, lanzada el 14 de marzo desde Baikonur, Kazakhstán-. Ahora estamos «enganchados» todo el tiempo."
La misión ExoMars, sobre la que están puestos los ojos de los investigadores espaciales de todo el mundo, se realizará en dos etapas. La primera, que es la que está por llegar a destino, consiste en el envío de una sonda y un módulo de demostración para el acercamiento, el descenso y el amartizaje. La segunda está prevista para 2020 y prevé el envío de un "rover" robótico.
La colaboración que la hizo posible incluye a la NASA, que proveyó instrumentos, y a la agencia espacial rusa, Roscosmos, que "proporcionó para la primera etapa el vehículo lanzador Protón y dos instrumentos para el orbitador que medirán trazas de gases y distribución de agua", cuenta por email desde Moscú el profesor Lev Zelenyi, del Instituto de Investigación Espacial de la Academia Rusia de Ciencias. Para la segunda, dos instrumentos para el rover. "La principal tarea de ambas misiones es explorar la habitabilidad de Marte, la distribución de agua en capas subterráneas, el polvo atmosférico, la sismicidad y las emisiones electromagnéticas", detalla.
En la misión participan la NASA, con instrumentos, y la agencia espacial rusa, Roscosmos, que proveyó el vehículo de lanzamiento y dos instrumentos del orbitador para el lanzamiento de este año. Medirán trazas de gases y la distribución de agua, cuenta desde Moscú el físico Lev Zelenyi, del Instituto de Investigación Espacial de la Academia Rusa de Ciencias. Para el viaje de 2020, Roscosmos se ocupa del lanzador y de más de diez instrumentos. "La principal tarea de ambas misiones -detalla Zelenyi, por email-, es explorar la habitabilidad de Marte, la distribución de agua en capas subterráneas, el polvo atmosférico, las emisiones electromagnéticas y la sismicidad del planeta rojo."
"El Schiaparelli es una especie de disco con una estación meteorológica -explica Vago, que concibió y opera la misión e hizo de enlace entre ingenieros y científicos-. Pesa 600 kg y va a funcionar unos días porque es un paquete de demostración tecnológica. Una de las cosas que queremos estudiar es la presencia de metano, porque en la Tierra el 70% viene de la actividad de microorganismos. El «rover» que irá en la segunda etapa pesa 2000 kg y tendrá un taladro para obtener muestras del suelo marciano a dos metros de profundidad. Esto es muy importante, porque hasta ahora no se perforó más de 5 a 7 cm, pero la radiación cósmica y la temperatura dañan las moléculas orgánicas que están en la superficie."
Hasta mañana, los científicos tienen tiempo para hacer maniobras de corrección del rumbo de la nave hasta alcanzar el punto exacto de inserción en la atmósfera marciana. Luego, sólo resta esperar hasta el domingo, cuando la cápsula se separe del satélite que la transporta y salga eyectada en rumbo de colisión hacia el planeta. "En ese momento le impartimos una rotación para estabilizarlo -cuenta Vago-. El satélite extiende los paneles solares como si fueran alas y el 19, alrededor de una hora antes del amartizaje, enciende los motores en reversa para entrar en órbita, donde seguirá girando hasta 2022."
Imagen de Marte obtenida por el Telescopio Hubble. Foto: NASA. |
Los tenues latidos de Schiaparelli (que debe su nombre al astrónomo e historiador de la ciencia italiano que observó estructuras lineales que se hicieron conocidas como "canales marcianos", y que pronto dieron lugar a hipótesis sobre la posibilidad de vida inteligente) serán recibidos primero por el gigantesco radiotelescopio de Punne, en la India, integrado por 30 antenas de 45 metros de diámetro. "Eso será el 19, alrededor del mediodía en la Argentina -puntualiza Vago-. Si no funciona, el siguiente mensaje es una hora y media más tarde, a través del satélite, y de allí se baja por Malargüe."
La antena de la ESA en la localidad mendocina mide 40 metros de alto y 35 metros de diámetro. La parte móvil, que pesa 610 toneladas, gira a una velocidad de un grado por segundo en todos los ejes. Forma parte de la red del espacio profundo de la ESA, y en esta misión tendrá un papel protagónico junto con la de Nueva Norcia, en Australia. Cada una mantiene contacto de 12 horas para asegurar la cobertura completa de las pasadas de la nave.
"La ESA tiene una larga relación con la Argentina -cuenta Stanislav Makarchuk, responsable de cooperación en proyectos internacionales de exploración del universo y de navegación satelital de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae)-. Encaramos muchos proyectos, entre los cuales estuvo la instalación de esta antena. Ellos necesitaban un punto de observación en el continente americano que tenía que cumplir una serie de exigencias, como la baja sismicidad y una latitud que asegurara la visibilidad completa para mantener comunicación con una sonda que está a más de dos millones de kilómetros, además del nivel científico del personal para encarar este tipo de obra. Tuvimos que crear un espacio de protección tanto del espectro radioeléctrico como de exploraciones mineras, que pueden perturbar los cimientos de la antena, ya que contiene instrumental de muy alta complejidad, como un reloj atómico de cesio 93, que tiene que estar constantemente calibrado: no permite un error de más de un segundo en 100.000 años."
Para Félix Menicocci, secretario general de la Conae, la importancia de esta participación está en que es una forma de incursionar en una nueva tecnología que de otro modo hubiera sido inaccesible para los científicos locales. Es más: el próximo plan espacial prevé una participación creciente de la Argentina en la exploración del espacio. "La Academia Rusa nos propuso sumarnos con algún instrumento; los chinos, también -destaca-. Queremos perfilarnos como protagonistas incipientes en la exploración del espacio. En estos días, toda la confianza de la ESA está depositada en nosotros."
"Si tenemos suerte, vamos a poder establecer diferencias entre metano biológico y geológico -concluye Vago-. Los instrumentos de la ExoMars tiene entre 1000 y 10.000 veces más sensibilidad que los que se enviaron antes."
Para auscultar el espacio
La estación a 45 kilómetros de la ciudad de Malargüe, en Mendoza, se inauguró el 19 de diciembre de 2012. Incluye una antena de 35 metros de diámetro que se dedica al seguimiento y la recepción de datos de misiones espaciales
Entró en funcionamiento en 2013 y dio apoyo diario a misiones como Mars Express, Venus Express, Herschel y Planck. La red de espacio profundo está compuesta por otras dos antenas de 35 metros en España y Australia, y otras seis estaciones de menores dimensiones en ocho países.
Fuente: La Nación
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