miércoles, 28 de julio de 2021

Experiencias espaciales argentinas en los transbordadores de la NASA

Sigue a continuación una nota publicada el 21 de julio en el portal web de la CONAE, destacando la realización experiencias espaciales argentinas a bordo de los transbordadores espaciales de la NASA.

ARGENTINA Y EL PROGRAMA DEL TRANSBORDADOR ESPACIAL A 10 AÑOS DE SU CONCLUSIÓN

Múltiples proyectos y experimentos argentinos han volado en distintas misiones del programa del Transbordador Espacial, a lo largo de su historia. 

Este artículo reúne algunas de las más destacadas acciones realizadas.

A lo largo de su historia, múltiples proyectos y experimentos argentinos han volado en distintas misiones del programa, acá reunimos algunas de las más destacadas:

Entre 1997 y 1998, durante las misiones STS-94 y STS-91 se llevaron a cabo experimentos del Proyecto Chagas Space, un proyecto internacional cuyo objetivo era obtener un medicamento a la Enfermedad de Chagas mediante la cristalización de proteínas. Fue una colaboración internacional de múltiples entidades del continente americano. La participación argentina fue llevada a cabo por CONAE y el Instituto Nacional de Chagas.

La misión STS-88 lanzada el 4 de diciembre de 1998 desplegó el satélite SAC-A para CONAE. El satélite permitió verificar múltiples tecnologías y constituyó una experiencia fundamental a los miembros de CONAE para los futuros proyectos satelitales.

Entre 1998 y 2000 se llevó a cabo el Proyecto Educativo SEM de la CONAE en conjunto con NASA. El proyecto permitía a estudiantes, maestros y profesores la oportunidad de diseñar sus propios experimentos espaciales pasando por las etapas de selección, calificación espacial, vuelo, análisis de los datos obtenidos y publicación de los resultados. La primera experiencia fue el Proyecto GERMINAR (GERMINación ARgentina) durante la misión STS-95. Este primer proyecto piloto permitió que estudiantes y profesores de cuatro colegios (Colegio Santa Hilda, Instituto Ana María Janer, Instituto Educacional Fátima y el Instituto Don Jaime) pudieran poner en órbita semillas autóctonas de diversas variedades, para estudiar el efecto que la radiación cósmica y la microgravedad pudieran tener en su poder germinativo y en su estructura genética. En el año 2000 el Proyecto fue ampliado a todos los niveles educativos, desde escuelas primarias hasta universitarios. En la misión STS-101 lanzada el 29 de mayo del 2000 viajaron 19 experimentos de 13 instituciones educativas (Colegio Nacional Buenos Aires, Colegio Santa Hilda, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Nacional de la Patagonia – Esquel, Complejo Educativo Brig. Gral. Estanislao López, Instituto Ana María Janer, Escuela Técnica Nro. 8235 Ing. Enrique B. Gomara, Instituto Monseñor Boneo, Colegio Mariano Moreno, Escuela Técnica 468 Ing. Luis Bernardo Laporte, Instituto Superior del Profesorado N°1 Manuel Leiva, Escuela Técnica 469 Estanislao Zeballos y la Unidad Educacional Instituto Sarmiento). Al igual que en la misión anterior, el objetivo de los experimentos era analizar como la radiación y la microgravedad afectaban distintos materiales, incluyendo diskettes, agua, tierra, aceites, semillas, película fotográfica y cristales para detectar partículas solares, crustáceos como la Artemia salina entre otros.

El 5 de diciembre de 2001 fue lanzada la misión STS-108, aquí voló el experimento RESUME (Restrain Release Using Melting-Wire Experiment), un experimento conjunto entre la Universidad Tecnológica Nacional - Haedo, CONAE y la NASA para calificar un mecanismo de liberación de satélites. También voló el experimento CRISTANAR de la Universidad Nacional de Rosario, en el cual se analizó la cristalización de sustancias detectoras de partículas de alta energía en el ambiente de microgravedad. Por su parte, la Asociación Argentina de Tecnología Espacial junto a CITEFA, la Universidad Tecnológica Nacional, el INTA y la Universidad del Comahue llevó a cabo el Paquete Argentino de Experimentos, realizando experimentos dedicados al comportamiento de fluidos, crecimiento de cristales y registradores de aceleraciones, entre otros.

Fuente: Conae

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