BAE Negocios publicó el día de hoy una entrevista realizada a Matias Bianchi presidente de ARSAT S.A., en la cual se destacan diversos aspectos del plan satelital de la compañía. Durante la misma, el directivo de la empresa deja trascender que el satélite ARSAT-3 tiene desarrollo de nueva plataforma.
EL DESARROLLO TECNOLÓGICO DEL ARSAT-1 SE PUEDE APLICAR A OTRAS INDUSTRIAS
Matías Bianchi, el titular de la empresa responsable del diseño del primer satélite de telecomunicaciones nacional, inscripto en una política de Estado, reseña el proceso que concluyó con la exitosa puesta en órbita desde Guayana y los pasos para su funcionamiento efectivo.
Base Espacial Arianne, Kurou, en la Guayana Francesa, 16 de octubre. “El ruido más fuerte generado por el hombre” se pone en movimiento en la rampa de lanzamiento y en cuestión de segundos se ve un haz de luz que al principio se enciende en cámara lenta hasta que empieza a cobrar altura y pronto se convierte en un punto en el cielo.
Representa el final simbólico de los años de trabajo que insumió diseñar, fabricar y probar el primer satélite nacional de telecomunicaciones, el Arsat-1, pero también es el inicio de una era: Argentina está en el espacio. Aunque para Matías Bianchi, presidente de la empresa del Estado nacional responsable del emprendimiento, es un paso más de un proceso complejo que reconoce múltiples factores y que concluirá concretamente con la migración progresiva de los clientes del servicio, previsto para los primeros meses del nuevo año.
–¿Qué pasa por la cabeza en un momento así, no ya del funcionario, sino de la persona?
–El funcionario no estaba marginado de la persona, porque era el lugar de responsabilidad que nos tocaba en ese momento. Y si bien estábamos con un estado de motivación y de confianza, también existía una cierta lógica incertidumbre, porque estaba pasando algo que era el resultado de muchos años de trabajo. Es una media hora en la que prácticamente se recorren los siete años transcurridos y que definen el resultado. Sin embargo, el momento del lanzamiento es muy emotivo, pero no significa demasiado. Porque la cuenta regresiva y la partida del cohete no significan nada si a los treinta minutos el satélite no se separa del lanzador y tampoco significa nada si no se despliegan parcialmente las antenas, si la carga útil luego no funciona… Pero hacíamos las cosas, paso a paso… (se ríe). Sucedía que todas las cosas que íbamos haciendo después del lanzamiento eran un estreno. Algo que se hacía por primera vez en cada caso, y el festejo consiguiente cuando salía bien. La próxima vez que lancemos un satélite, como va a suceder en breve con el Arsat-2 y más allá en el tiempo, con el Arsat-3, cada maniobra que hagamos va a tener una experiencia previa.
–¿En qué situación operativa se encuentra actualmente el Arsat-1?
–Estamos preparándonos para dar el alta al servicio en cualquier momento. Nos quedan seis meses en que se abre la migración de los clientes, con cambios en la infraestructura. Pero ya está fijo en la órbita 81 asignada, en posición final, listo para reemplazar los servicios del satélite alquilado. A medida que se apagan los servicios en el satélite alquilado, se encienden en el Arsat; de otro modo habría interferencia. Para ponerlo en términos simples, el proceso funciona como un juego de Tetris.
–¿Como se le explican al usuario común los beneficios de contar con un satélite de esta naturaleza de fabricación nacional?
–Hay varios planos de lectura. Si lo llevamos al nivel de los servicios, consideramos una situación de diseño y soberanía. Arsat-1 tiene cobertura sobre Argentina, como no hay otro, y por lo tanto, con semejante potencia. Eso hace que haya mejor servicio, porque los satélites dependiendo de la banda de frecuencia que empleen, sufren el impacto de las tormentas y las lluvias. Al tener más potencia, tiene más duración la conexión y requiere de una antena más pequeña para la misma calidad y entonces, resultando más barato. Un satélite comercial que no sea argentino prácticamente no brinda servicio de calidad sobre la Patagonia. Es un satélite para una Argentina pensada como país igualitario e inclusivo.
–En otro plano, representa un ejercicio de la soberanía.
–El plano de la defensa de las posiciones orbitales, donde empezamos a hablar de plazos más largos, implica proteger lo que es nuestro. Que fue lo que dijo Néstor Kirchner: “Esto no se va de acá, lo voy a cuidar y lo va a cuidar el Estado, no se lo voy dar a otro para que lo cuide”.
Ahí aparece otro plano que es del desarrollo, “voy a hacerlo con un satélite hecho en Argentina” y esa decisión es la que llevó a adelante el Ministerio de Planificación Federal en los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner, logrando que Argentina sea uno de los diez países del mundo que hoy están en condiciones de fabricar y desarrollar satélites geoestacionarios. Pero además, sin entrar en un juego de dificultades, significa que se tiene capacidad para gestionar proyectos complejos y así estamos confirmando que tenemos esa capacidad. Ese desarrollo podemos trasladarlo a otras industrias, por ejemplo, para que generen otros productos e innovaciones en sus rubros.
–¿Cómo lo traducimos en calidad de servicio?
–En términos de servicio, significa llegar a lugares aislados de manera rápida y económica. Arsat está comunicando 1.500 escuelas rurales, donde poner una infraestructura terrestre no es económicamente viable, o es muy complejo o lleva mucho tiempo. En cambio, se coloca una antena y ya se tiene conectividad para telefonía IP. También sirve para desarrollar telefonía celular en un lugar donde instalar una torre sea difícil por las características del terreno. Así se pueden distribuir contenidos de manera eficiente, sin necesidad de ampliar la red de fibra óptica. También se facilitan conexiones rápidas en lugares como estadios. Se sube la señal y se la inyecta en el satélite para que la distribuya.
–¿Quiénes son los clientes a los que abastece Arsat?
–Tenemos 50% de clientes privados y otras tantos públicos. Podemos abastecer a empresas telefónicas, petroleras, ministerios, la Prefectura. Somos una sociedad anónima regida por la Ley de Sociedades Comerciales. Es una empresa económicamente sustentable.
–Uno de los cuestionamientos que enfrentó el proyecto fue el empleo de instrumental importado, mientras que oficialmente se hacía hincapié en el carácter nacional del satélite.
–Fue una decisión. Veamos esta analogía: los autos que son supuestamente argentinos, están regidos por las implementaciones de un diseño extranjero. Acá lo primero fue diseñar el satélite. Después, lo que hicimos y continuamos haciendo es seguir un proceso en el que se decide qué se hace y qué se compra. Una decisión soberana. Por ejemplo, en una lista de componentes evaluamos uno de escaso impacto que es barato pero es difícil de desarrollar, entonces lo compramos afuera. En otro caso, si hay un componente que tiene mucho impacto pero es complejo, desarrollamos un proyecto para ir incorporando componentes de ese tipo, y así. Esto tiene una evolución. Con el programa de los tres primeros satélites, estamos cerca del 50%, un indicador muy bueno para un comienzo. Esa gente que critica, quizás pueda querer cortar el proyecto, pero le va a resultar difícil. Un satélite tiene una vida útil de 15 años, más el tiempo que lleva su diseño; es decir, hay que planificar e invertir. Y aún con los componentes importados, seguimos estando entre los pocos que lo pueden hacer. En todo caso, a esos críticos, les diría que vengan a ver el software, que ya nos están preguntando los alemanes para comprarlo.
–¿En qué etapa están los sucesores, Arsat-2 y Arsat-3?
–Arsat-2 está en fase de ensayos ambientales, con cronograma para mediados del año que viene. La plataforma es la misma: la generación de energía, el tamaño de la caja, la “heladera” –como decía la crítica– es igual pero la electrónica es distinta. La carga útil de Arsat-2 tiene cobertura continental, con bandas KU y C, tres antenas en lugar de una, un paso más en complejidad. Arsat-3 está diseñado para dar Internet en banda KA que permite dar un servicio a un costo similar a CL, para complementar la red de fibra óptica y cubrir los baches. Lo importante es que el Arsat-3 tiene desarrollo de nueva plataforma para poder ofrecer más servicios y ganar en competitividad en la relación entre potencia y peso que tienen los satélites.
Tengamos en cuenta que Arsat-1 ya tiene siete años en una industria que evoluciona a diario, fue diseñado de manera robusta para que funcionara correctamente. Eso hace que necesitemos trabajar en esa dirección.
–¿Cómo evaluaron en la agencia espacial europea Arianne el desarrollo argentino?
–El presidente de Arianne me trasmitió que su equipo técnico le hizo comentarios muy elogiosos, no podían creer que el equipo que estuvo haciendo esto fuera primerizo, les parecían expertos. Recibimos muy buenos comentarios. Incluso, hay que tener en cuenta que ésta es una industria de riesgo, pueden pasar cosas y no quiere decir que haya sido un fracaso. Todo el mundo tuvo fracasos. Hay que tratar de no equivocarse dos veces. Claro que es un emprendimiento tecnológico con algo que se está colocando a 36.000 kilómetros y no se puede arreglar. Por eso es tan importante el costo del aseguramiento del satélite.
–¿Quien se hace cargo del “riesgo satélite”?
-Hay 35 reaeseguradores que están en todo el mundo, que analizan el proceso, visitan y a partir de eso definen el nivel de riesgo. En nuestro caso, que aseguren una plataforma que vuela por primera vez, ya es un punto. Pero hay que señalar también que la prima costó la mitad de lo que suelen costar, y fue la primera vez, un hito, que hubo dos aseguradores que aportaron por 5 y 15 años, cuando la media es por el lanzamiento más un año. Es decir, confiaron plenamente en que iba a funcionar.
–En la web se piden currículum a los interesados. ¿Quiénes pueden trabajar en Arsat?
–Hoy pueden las 450 personas que son las que están acá, pero depende del perfil de las personas que estemos buscando. Tenemos equipos técnicos que están operando el satélite, mayormente ingenieros electrónicos. Equipos de fibra que trabajan la parte más “fierrera” y otro que está en obras de infraestructura. En mantenimiento, gente que hacen instalaciones de antenas, administrativos, abogados… Hay un espectro muy amplio, con incidencia amplia de profesionales. En base al plan de negocios y cómo vamos evolucionando, se define el perfil y se buscan tanto en esa base de datos como por búsqueda de personal. Es gente más bien joven, porque es una empresa joven y porque es un mercado tecnológico que está relacionado con la gente más joven. El promedio es de treinta pico.
–¿El proyecto repatrió profesionales que estaban afuera?
–Lo más importante es que hubo gente que no se fue por este proyecto. Hubo quien se estaba yendo y le dijeron que se iba a fabricar un satélite en el país y se quedó. No hubo que traerlo de vuelta, lo que es más caro. Hay alguno que volvió y algún extranjero que se argentinizó.
–¿Quien dirige Arsat? ¿Un técnico o un científico?
–Yo tengo 15 años de experiencia en gestión, la gestión de una empresa no tiene necesariamente que ver con el tema técnico, uno siempre tiene equipos técnicos. Hay especialistas. Me nombraron por un perfil de organización y gestión. Lo que uno tiene que hacer desde este lugar es que los equipos trabajen para lo que tienen que trabajar, con un plan de negocios para que las cosas se hagan.
–¿Qué perfil prevalece en el personal de la empresa?
–Perfiles científicos no hay muchos en Arsat. Hay más perfiles ingenieriles, diría. Yo soy ingeniero industrial. Construir un satélite es una tarea concreta. Es ciencia aplicada. Había que llevarla a la práctica.
–¿Qué se acordó en el reciente encuentro de agencias espaciales, donde participó Arsat?
–Hay un trabajo previo que viene haciendo la Conae con las agencias latinoamericanas. Nunca hubo demasiado alineamiento en el tema de los satélites de telecomunicaciones. La idea compartida con la Conae e Invap era hacer una apuesta en común, y tuvimos una participación excelente, incluso participó más de un organismo por país. La idea era contarnos qué estamos haciendo y buscar oportunidades, para lo cual hicimos un taller. Para tener una visión conjunta de la industria satelital.
–Finalmente, ¿cómo podríamos identificar al presidente?
–Alguien comprometido con los temas. Si los ponemos en términos futboleros, y yo soy de Racing (…), me diferencio del técnico que está afuera, porque yo estoy adentro. Sería un número 5, por sus connotaciones tácticas (se ríe). Paso acá unas 10, 11 horas. Después, la cabeza está 23 horas, porque el compromiso es estar pensando cómo hacerlo.
Una empresa creada para ocupar un lugar en peligro
El riesgo de perder las órbitas asignadas a Argentina en el espacio de las telecomunicaciones, impulsó la creación de una empresa del Estado como Arsat, en 2006, cuyas acciones se reparten entre el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios (98%) y de Economía (2%).
En tanto, el gobierno de Néstor Kirchner recuperó la gestión del espacio radioeléctrico, cedida en los años ’90 a la empresa Thales Spectrum. En ese sentido, se anuló la concesión a la empresa Nahuelsat.
Luego de ocho años de planificación, investigación y desarrollo y más de un millón de horas hombre de inversión productiva por parte de ingenieros y científicos argentinos, el primer satélite geoestacionario íntegramente diseñado, construido y testeado en el país por la empresa Invap, el Arsat-1 fue lanzado al espacio desde la base de la agencia espacial europea Arianne y es operado desde la Estación Terrena Benavídez de Arsat, cubriendo todo el territorio nacional.
Fuente: BAE Negocios
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