Sigue a continuación una entrevista al abogado y experto en temas de derecho espacial Juan Cruz González Allonca, publicada hoy en Clarín, destacando los desafíos legales del Derecho Espacial, una rama del derecho que intenta enmarcar en la legalidad las diversas actividades llevadas a cabo por estados y empresas en el espacio exterior.
CUALES SON LOS DESAFÍOS Y VACÍOS LEGALES DE LOS CONFLICTOS FUERA DE LA TIERRA
Juan Cruz González Allonca explica cómo se desarrolla el marco legal para regular el turismo planetario y la creciente militarización del espacio.
¿Dónde comienza la frontera del espacio? ¿Qué pasa si un satélite se descontrola y embiste a una sonda? Y si un pedazo de chatarra atraviesa una casa, ¿quién es el responsable? ¿Puede una empresa privada usurpar los recursos de un planeta menor? Muchos de estos interrogantes son los que busca encuadrar Juan Cruz González Allonca, un abogado argentino que se especializa en derecho espacial, una disciplina jurídica cuyo desafío objetivo es poner un marco legal a todo lo que ocurre más allá de la atmósfera terrestre.
González Allonca es miembro del Consejo de Coordinación de la Iniciativa NET mundial y de la Asociación Latino Americana de Derecho Aeronáutico y Espacial (ALADA). Da clases y es investigador en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Tras brindar una charla TEDxRíodelaPlata en Tecnópolis, a la que asistieron unas 10 mil personas, el experto conversó con Clarín sobre los desafíos de su profesión.
González Allonca es miembro del Consejo de Coordinación de la Iniciativa NET mundial y de la Asociación Latino Americana de Derecho Aeronáutico y Espacial (ALADA). Da clases y es investigador en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Tras brindar una charla TEDxRíodelaPlata en Tecnópolis, a la que asistieron unas 10 mil personas, el experto conversó con Clarín sobre los desafíos de su profesión.
“Estamos en el amanecer de una nueva era planetaria y las actividades que se desarrollen fuera de la Tierra, sean comerciales o financiadas por un estado, tienen un mayor impacto económico. Hoy nos enfrentamos a problemas como la militarización del espacio, el turismo espacial y la minería de asteroides. Estos temas requieren una mirada del derecho para regularlos y no cometer los mismos errores en los que incurrimos en la Tierra”, advierte González Allonca.
En la actualidad, hay unos 5.000 objetos girando sobre nuestras cabezas. Los casos de satélite de comunicación que experimentan interferencias en su señal por un vecino que extravía su posición son cada vez más frecuentes. Y si bien la mayoría de las veces el conflicto se resuelve de forma amistosa, hubo situaciones extremas en las que tuvo que intervenir una corte.
Juan Cruz ofreció una charla TEDxRíodelaPlata, ante 10 mil concurrentes. (Gentileza: TEDxRíodelaPlata). |
“En 2009 se produjo un accidente a 780 kilómetros de altitud, entre un satélite de comunicaciones de la empresa Iridium Satellite LLC y otro ruso fuera de servicio, lo que provocó una nube de escombros que puso en peligro la estructura de la Estación Espacial Internacional. En 1978, otro satélite soviético de la serie Cosmos, con un pequeño reactor atómico a bordo, cayó sobre el noroeste de Canadá y por la contaminación que produjo, tuvo que indemnizar a los habitantes de esa región”, observa Allonca.
A medida que los ingenieros aeronáuticos diseñan medios de transporte cada vez más sofisticados y se abren nuevas posibilidades de exploración, el hueco legal se hace más profundo. Un ejemplo de este limbo jurídico se produce cuando un innovador como Elon Musk -con el objetivo de ampliar las fronteras terrestres- propone detonar bombas nucleares sobre los polos marcianos para inducir un efecto invernadero que caliente el planeta a través del vapor de agua y dióxido de carbono.
A medida que los ingenieros aeronáuticos diseñan medios de transporte cada vez más sofisticados y se abren nuevas posibilidades de exploración, el hueco legal se hace más profundo. Un ejemplo de este limbo jurídico se produce cuando un innovador como Elon Musk -con el objetivo de ampliar las fronteras terrestres- propone detonar bombas nucleares sobre los polos marcianos para inducir un efecto invernadero que caliente el planeta a través del vapor de agua y dióxido de carbono.
“El problema es que nadie tiene el derecho de hacer explotar un planeta sin un consenso previo, porque en lugar de crear una atmósfera lo puede volver menos habitable. Antes de asumir cualquier decisión habría que consultar a diferentes expertos para que brinden su opinión y la fundamenten. Si realmente se comprueba que es viable, habrá que establecer las reglas para que la operación se complete con el menor riesgo de contaminación”, considera Allonca.
Durante el período previo a la formación del Estado, cualquiera podía reclamar soberanía territorial sobre un lugar, con sólo plantar una bandera. Algo que fue aceptado en todo el mundo como parte de la ley de las naciones. Por eso, muchos supusieron que como Estados Unidos fue el primer país en pisar la Luna, el astro les pertenecía.
Sin embargo, en plena época de la Guerra Fría, la URSS y EE.UU. llegaron a un acuerdo, al que se unieron otros países y que hasta el día de hoy, sigue siendo la base del Derecho Espacial. En sus páginas se estipula que la Luna es un patrimonio común de la humanidad.
“Lo que se buscó evitar fue que esta apropiación diera lugar a otro enfrentamiento mundial. Con la firma del Tratado sobre el espacio exterior, el 27 de enero de 1967, el recurso celeste se convirtió en un bien común, legalmente accesible para todos los países, pero no reclamable por ninguno”, enfatiza González Allonca.
De aquel período datan los cinco pactos internacionales redactados y negociados por la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA): Tratado sobre el espacio ultraterrestre (1967), el Acuerdo de salvamento (1968), el Convenio sobre responsabilidad (1972), el Convenio sobre el registro (1975) y el Acuerdo de la Luna y otros cuerpos celestes (1979).
“Estos tratados fueron pensados para ser aplicados durante la carrera espacial. Pero ahora necesitan reformularse, porque no están dando respuesta al avance científico y tecnológico actual. En aquel entonces no estaba previsto que una empresa privada ofreciera viajes espacial o que transporte astronautas”, advierte Allonca.
Algo similar se aplica a los asteroides. “Aunque se los considera patrimonio universal, no hay legislación sobre el agua o la materia prima que contienen. Lo mismo ocurre con el Helio-3, presente en la superficie lunar, junto con otros minerales de tierras raras. ¿Quién debería beneficiarse con estos recursos? Esa es la discusión que se está dando a nivel mundial", dice González Allonca.
En la actualidad, hay una gran cantidad de normas pendientes de aprobación y otras que ya se ponen en práctica. “Me especialicé en el respeto a la privacidad de los satélites de observación terrestre. En la actualidad, la cartografía digital (como la de Google) tiene una restricción de 25 centímetros, para impedir que el sistema de fotografía satelital identifique a personas, situaciones o datos como la matrícula de un coche. Ahora trabajo en el marco jurídico que deberían cumplir los satélites pequeños en Latinoamérica”, revela Allonca.
En los Estados Unidos, por su gran trayectoria aeroespacial, existen muchas universidades que ofrecen masters y cursos de postgrado que cubren aspectos siderales y la demanda de esta rama del derecho ofrece cada vez más campo de acción. González Allonca, por ejemplo, se especializó en distintos congresos internacionales, entre ellos los que organiza el Institute of Air & Space Law, de la McGill University.
“A nivel local, como materia o carrera de postgrado, no existe nada ligado al derecho espacial. Lo único concreto es un doctorado que se dicta en la UBA", dice Allonca. Si bien esta especialización lleva varios años, el experto dice que son pocos los que terminan ejerciendo el derecho espacial en el país.
"Sin embargo, la Argentina tiene una industria satelital muy próspera, ya qué forma parte del exclusivo club de los diez países que puede construir satélites estacionarios como los ARSAT 1 y 2. Por eso, al poseer semejante nivel de desarrollo, tiene voz y voto en los foros internacionales donde se discute el futuro planetario”, sostiene Allonca.
Fuente: Clarín
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