Sigue a continuación una nota publicada hoy en Cronista.com, destacando la participación de PYMES locales en el desarrollo de tecnologías y componentes en el marco del proyecto Tronador.
ODISEA DEL ESPACIO: LAS EMPRESAS QUE LEVANTAN VUELO
Por María Gabriela Ensinck
Las pequeñas y medianas compañías argentinas también se miden en la carrera aeroespacial: resultan clave en tanto proveedoras de piezas y partes y desarrolladoras de tecnología para construir satélites y ponerlos en órbita. La experiencia con el SAC-D Aquarius, en 2011, y el Arsat1, el año pasado.
Cuando los hermanos Hugo y Ricardo Timossi fundaron la metalúrgica Inoxpla, en 1985, no imaginaban que iban a llegar tan alto. Sin embargo, hoy, pueden contar con orgullo que parte del fuselaje de aluminio que ayudará a despegar al lanzador de satélites Tronador II fue construido por ellos. "Siempre tuvimos vocación de evolucionar y tomar riesgos", apunta Oscar Timossi, el menor de los tres hermanos, quien se incorporó a la compañía en 1988, luego de trabajar para la Comisión Nacional de Energía Atómica como jefe de mantenimiento del reactor nuclear en Ezeiza.
"La compañía nació con la intención de brindar servicios a la industria petroquímica de la zona. Empezamos a fabricar estructuras y tanques de aluminio y, de ese modo, nos contactamos con la industria criogénica, que provee oxígeno líquido para hospitales. Al trabajar con materiales que soportan temperaturas de 200 grados bajo cero, nos fuimos vinculando con empresas que requerían ese tipo de servicios y nos convertimos en referentes del sector", explica Timossi.
En 2006, la compañía firmó un convenio con la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata, a través del cual les llegó un pedido de fabricar silos de aluminio para almacenar polipropileno. Así, en 2010, el Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA) de esa casa de estudios los convocó para ser parte del proyecto Tronador II, el primer lanzador de satélites de baja órbita argentino.
Así, en su planta de Lisandro Olmos, cercana a La Plata, se construyó el fuselaje y los tanques de combustible de los vehículos de prueba VEX 1 y VEX 2, antecesores del Tronador, que será lanzado de aquí a 2017, cuando finalicen dos nuevas etapas de ensayo.
El proceso de desarrollo y fabricación de estos componentes llevó tres años y requirió una inversión de $ 3 millones entre 2010 y 2013. "Nunca habíamos hecho estos componentes, ni había antecedentes en el país. Para esto, nos equipamos y creamos un sector de tratamientos térmicos con una inversión de $ 1,5 millón, cubierta en un 50% por un ANR (Aporte No Reembolsable)", dice el socio de Inoxpla.
Por ahora, la actividad principal de esta firma familiar, que emplea a 25 personas, sigue siendo la construcción de equipos para manejo de líquido criogénico. En la actualidad, los socios exportan un 50% de su producción a países de la región. "Pero, en un momento en el que no somos tan competitivos para las ventas externas, participar en el proyecto Tronador II nos permite abrirnos hacia otras áreas. Y, si todo sigue bien, podríamos armar un sector aeroespacial dentro de la planta", se entusiasma el emprendedor.
Apuntar alto
"Entre los objetivos propuestos del Plan Espacial Nacional, está el desarrollo de capacidades, recursos humanos y tecnologías y la creación de un complejo industrial específico para aumentar el grado de integración nacional de los componentes", apunta el ingeniero Fernando Hisas, gerente de Proyectos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).
El organismo fue creado en 1992, cuando se desactivó el proyecto Cóndor (de desarrollo de misiles), para iniciar un plan espacial en cooperación con la NASA. De esta manera, dos años más tarde, comenzó el desarrollo del SAC B, el primer satélite argentino, cuyos componentes eran mayormente traídos desde el exterior. "En las primeras misiones, los paneles solares satelitales eran importados pero, hoy en día, se fabrican localmente, así también como los instrumentos de navegación GPS avanzados y muchos otros componentes", destaca Hisas.
La compañía estatal Invap (propiedad de la provincia de Río Negro y con participación de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Conae, en su directorio) es la contratista principal para estos desarrollos satelitales, trabajando en conjunto con la Conae y la empresa argentina de soluciones satelitales, Arsat, creada en 2006.
"Los satélites fabricados en Invap tienen dependiendo de las particularidades de cada misión- un 70% de componentes nacionales", apunta el ingeniero Guillermo Benito, gerente de Proyectos Espaciales de la firma rionegrina. "En nuestra cadena de valor, participan alrededor de 50 pymes de diferentes rubros, desde aquellas que brindan servicios de ingeniería hasta fabricación de componentes", destaca.
Como la Nasa, pero acá
A 156 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, el centenario pueblo Las Pipinas, que cuenta apenas con 900 habitantes, fue el lugar elegido para ejecutar las pruebas de los vehículos VEX, antecesores del lanzador de satélites Tronador II.
Hasta aquel rincón llegaron el 26 de febrero de 2014 Ramiro Valentín y Marcelo Theiler, socios de la pyme cordobesa Valthe Ing, encargada de operar el sistema de carga de combustible de la nave. Esta primera prueba, en la que el VEX solo se elevó unos metros, sirvió de base para un segundo lanzamiento, en agosto del año pasado, en el que el cohete alcanzó 2.200 metros, "una altura suficiente para probar en vuelo el sistema de propulsión y el de navegación, guiado y control, y para verificar la madurez tecnológica del proyecto", explicó la Conae en un comunicado.
"Estuvimos en ambos ensayos, desde que empezó la cuenta regresiva, y fuimos los últimos en retirarnos, porque una vez que el vehículo despega, hay que recolectar el combustible a distancia y verificar que todo esté bien antes de que ninguna persona entre al predio", explica Valentín. "No somos un proveedor que entrega una pieza y se va. Nuestra empresa nació con el proyecto Tronador y hoy estamos desarrollando los sistemas de carga de combustible e ignición de motores del lanzador definitivo", señala.
La contratista principal para desarrollar el Tronador II es la compañía pública VENG, que funciona en instalaciones de la Conae, en Falda del Carmen, ubicada en la provincia de Córdoba. "El Tronador colocará satélites de hasta 250 kilos en órbitas bajas, de hasta 600 kilómetros de altura", explica el ingeniero Pablo Servidia, investigador del área de Acceso al Espacio de Conae.
Cuando esté terminado, pesará alrededor de 70.000 kilos, de los cuales 63.000 corresponden a combustible, que se utilizará en un 90% para hacer los 100 primeros kilómetros y vencer la gravedad. Con el 10% restante, deberá llegar a la órbita predeterminada para inyectar el satélite.
Animarse a más
Valthe inició formalmente sus actividades en 2008 pero, un año antes, sus fundadores se habían acercado al Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Falda del Carmen. "Yo estaba estudiando ingeniería aeronáutica y Marcelo cursaba una maestría en el Instituto Aeronáutico. Cuando nos enteramos de que la Conae estaba trabajando en un proyecto de lanzador espacial acá, en Córdoba, fuimos a ofrecer nuestros servicios".
En la entrevista con los encargados del proyecto, les mostraron un regulador neumático fabricado en los Estados Unidos y les preguntaron a los socios si podían hacer algo así. "Un regulador neumático toma nitrógeno a alta presión y la regula. El nitrógeno se usa para presurizar los tanques de combustible que alimentan al motor principal de la nave", explica Valentín. "En un par de meses, teníamos lista la pieza y tuvimos que conformar la empresa como SRL para poder cobrar", cuenta.
En la actualidad, trabajan en Valthe -además de los socios- tres ingenieros y dos técnicos mecánicos. "En siete años, crecimos con el proyecto Tronador. Tenemos conocimientos y capacidades que antes no teníamos, y estamos preparados para hacer ingeniería de avanzada", asegura. "La industria aeroespacial es muy exigente. Las normativas, los materiales, todos los procedimientos y formas constructivas son de un estándar muy alto. Si cumplimos con eso, podemos hacer piezas para cualquier otra industria. Nosotros elegimos hacer esto porque nos gusta", asegura. "Si quisiéramos hacer plata, fabricaríamos maquinaria agrícola".
Fuente: El Cronista
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