lunes, 28 de septiembre de 2015

Hacia una política espacial en la Argentina

Sigue a continuación un interesante trabajo titulado “Hacia una política espacial en la Argentina”, autoría de Licenciado en Ciencia Política Daniel Blinder, que fuera publicado en el número 29 de la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, del mes mayo de 2015. Recomendamos su lectura.

HACIA UNA POLÍTICA ESPACIAL EN LA ARGENTINA

El Realismo Periférico fue la teoría normativa de política exterior de la década del 90, cuya propuesta era un acercamiento a las grandes potencias con el objeto de maximizar los beneficios para la sociedad civil argentina y el desarrollo. Durante la presidencia de Carlos Saúl Menem, sucesivas presiones internacionales tuvieron lugar en pos de la desactivación del misil Cóndor II, que al hacerse efectiva la cancelación del misil, sumado a otras políticas, se logró la “confianza” por parte de las potencias hacia los argentinos. El presente artículo pretende analizar las presiones internacionales ejercidas por parte de los Estados Unidos hacia la Argentina en materia de política tecnológico-espacial.

Introducción: relaciones internacionales y poder

El presente trabajo analizará si la política exterior argentina de la década de 1990 ha sido exitosa en la generación de confianza con los Estados Unidos en materia de política espacial, especialmente la que se refiere al desarrollo de inyectores satelitales. La política de dicho período se ha denominado Realismo Periférico, y en materia espacial, la política más significativa durante la presidencia de Carlos Saúl Menem ha sido la muestra de gestos no proliferantes como la cancelación del proyecto Cóndor II, moviendo la política de tecnología espacial hacia el área de la Cancillería, y quitándosela a la Fuerza Aérea y al Ministerio de Defensa. Luego de cancelar el Cóndor, ¿no existieron más presiones internacionales hacia la Argentina por sus desarrollos tecnológicos? ¿El Realismo Periférico ha generado una confianza hacia la Argentina de que no desarrollará jamás tecnologías que pongan en riesgo la paz internacional?

La política espacial de la República Argentina está enmarcada institucionalmente en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) que luego de su creación se decidió desde presidencia colocarla a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores, y con el objeto de que esta política fuera un instrumento de política exterior, así como para alcanzar los objetivos espaciales argentinos. De esta manera, y como instrumento de las relaciones internacionales del país, se terminó con el proyecto del misil Cóndor II, buscando terminar con las fricciones diplomáticas con los Estados Unidos, y también de toda sospecha de que la Argentina era un país proliferador de tecnología misilística, y que en cambio era un país con objetivos sólidos institucionalmente, de desarrollo espacial, con voluntad de cooperación internacional.

Toda tecnología espacial, especialmente los lanzadores y los satélites, es de uso dual: esto quiere decir que pueden ser utilizados con propósitos civiles o militares. Un vector puede tener el propósito de colocar una carga satelital en órbita, o destruir un objetivo. El primero es en principio de uso pacífico y el segundo es de uso militar, un misil balístico. No obstante, un satélite también puede tener distintos usos, tanto militares como civiles. Por todo esto, la dirección institucional de la política tiene especial relevancia estratégica, y la conducción política orienta los destinos institucionales.

El Realismo Periférico en la Argentina fue la teoría normativa de política exterior de la década de 1990, cuya objetivo era un acercamiento a las grandes potencias, especialmente a los Estados Unidos, para garantizar a la ciudadanía argentina su bienestar mediante el desarrollo, entre ellos el económico y tecnológico. Así, el tener en agenda secreta un misil de alcance intermedio para ser utilizado tanto como arma como lanzador satelital, mostraba un lujo que en términos de relaciones internacionales que el país no podía darse. O bien la Argentina desarrollaba misiles y tecnologías sensibles, o bien se integraba al orden mundial, y a partir de ello, recibía el capital y la tecnología para un desarrollo importante. ¿En qué consistió el Realismo Periférico? Los siguientes tópicos describen sus postulados generales:

• Un país dependiente, vulnerable, empobrecido y poco estratégico para los intereses vitales de predominio natural en su región, debe eliminar las confrontaciones con las grandes potencias y sólo confrontar políticamente en los casos en que materialmente se vean afectados los intereses y el bienestar de la población, y la base de poder del Estado.

• Es necesario ostentar el más bajo perfil posible en todos aquellos temas en que los intereses de dicho Estado se contraponen con los de la potencia dominante en la región, y adaptar los objetivos de la política exterior a los del poderoso, a menos que dicha adaptación tenga costos materiales tangibles y en cuyo caso se impone la defensa del interés nacional del país periférico.

• La política exterior debe tener un cálculo de costos y beneficios, pero también de costos eventuales que pueden afectar al país en diferente época o contexto político.

• El término autonomía no es libertad de acción, y debe ser redefinido en concepto de la capacidad de confrontación de un Estado y los costos relativos de dicha confrontación.

Los éxitos descritos por Escudé (1992: 31-36) en la nueva política exterior de la Argentina radican en que están enmarcados en lo que él dio a llamar Realismo Periférico. Dichas políticas concretas por parte de la Argentina fueron en pos de cumplimentar los tópicos mencionados, a fin de que el país tuviera una política internacional acorde a las capacidades y posibilidades nacionales, que maximizara los beneficios y así conseguir niveles de bienestar y desarrollo:

• Se renunció a gestos confrontacionistas con respecto al litigio de las Islas Malvinas, y se restablecieron las relaciones diplomáticas con el Reino Unido.

• Hubo un alineamiento con los Estados Unidos (aceptación realista del liderazgo mundial estadounidense). Envío de tropas a la Guerra del Golfo en 1991, voto a favor de la investigación de situación de 

Derechos Humanos en Cuba, abandono del Movimiento de Países No Alineados.

• Se continuó con la política del gobierno de Alfonsín de solucionar los problemas limítrofes con Chile.

• Existió una política activa de integración con Brasil a través de la creación del Mercosur.

• Se permitió la inspección de expertos brasileños a las instalaciones nucleares argentinas, se ratificó Tlatelolco para la no proliferación de armas nucleares en América Latina y el Caribe y se canceló el proyecto 

Cóndor II, adhiriendo al MTCR (Régimen de Control de Tecnología Misilística).

• Se bajó el nivel de confrontación con otras potencias en términos comerciales, como el proteccionismo agrícola norteamericano o europeo.

• La Argentina se propuso como mediador en varios conflictos internacionales, entre ellos el de Medio Oriente, y ayudó a consolidar con su apoyo el nuevo orden mundial pos-Guerra Fría.

La República Argentina había desarrollado el Cóndor II para tener poderío militar y un desarrollo tecnológico que le permitiera tener ulteriormente un lanzador para satélites. El poder en política internacional no puede pensarse en abstracto y por país, sino que es menester concebirlo como las capacidades políticas, económicas, militares y tecnológicas cuya mensurabilidad puede llevarse a cabo siempre en relación con los otros Estados del sistema internacional. El poder ejercido por un actor del sistema internacional modifica algo en dicho sistema. Teniendo en cuenta las nociones de Wallerstein, “un sistema mundial es un sistema social, un sistema que posee límites, estructuras, grupos, miembros, reglas de legitimación, y coherencia” (Wallerstein, 2005: 489).

El sistema mundial, según el autor, es un “modo económico [que] se basa en el hecho de que los factores económicos operan en el seno de una arena mayor de lo que cualquier entidad política puede controlar totalmente” (Wallerstein, 2005: 491), yendo más allá de las estructuras de los Estados-Nación, y forma espacios centrales, semiperiféricos y periféricos. Según esta clasificación, decimos que son Estados centrales aquellos más poderosos -económica y políticamente- en el sistema internacional. Esto quiere decir que son los países más dinámicos y desarrollados, económica y tecnológicamente, del sistema capitalista, pero que también presentan una estructura estatal con capacidad de influir en el sistema internacional de Estados, con un importante poder militar y diplomático. Son periféricas aquellas unidades estatales que no tienen poder económico ni político. Son, por lo tanto, poco relevantes en el sistema internacional interestatal, y poco relevantes económicamente. Esto último no quiere decir que sean irrelevantes, son parte del sistema mundial y aportan al mismo principalmente materias primas y productos primarios. Son semiperiféricos aquellos países de la periferia con capacidad industrial, científica y tecnológica. Los Estados semiperiféricos tienen más relevancia política en el sistema interestatal que los periféricos.

Para la perspectiva del presente trabajo, una característica muy importante de la semiperiferia desde el punto de vista de los países centrales es que, al tener capacidad industrial y desarrollo científico y tecnológico, demandan tecnología de los países centrales que en última instancia podría resultar competencia para su mercado. Tecnologías capital intensivas como la nuclear y la espacial son impulsadas sólo por países centrales y minoritariamente por la semiperiferia. Son tecnologías sensibles que conforman mercados codiciados oligopólicamente por los países centrales. Por lo tanto, el desarrollo de este tipo de tecnologías para el sistema mundial podría resultar desestabilizador. Un país de la semiperiferia podría ser en el futuro aquel que se convierta en el centro del sistema internacional. En este proceso de ascenso en la jerarquía de los Estados, la tecnología, además del capital, es un factor central (Wallerstein, 1974: 4-6).

Tecnología y poder: Cóndor II

Toda tecnología es esencialmente dual dado que puede ser utilizada tanto con fines bélicos como pacíficos. Es tecnología sensible aquella cuyo carácter dual se entiende como desestabilizador del poder en el sistema mundial. Si tenemos en cuenta que muchas veces en las relaciones internacionales los intereses comerciales se argumentan también desde el punto de vista de la seguridad, se podría llegar a decir que son tecnologías sensibles aquellas que amenazan los mercados de tecnologías avanzadas de los países centrales.

El control de las tecnologías duales en países periféricos es un generador de conflictos a nivel planetario. El control de los recursos hace al poder de un Estado. Toda unidad estatal tiene áreas de influencia, “espacios” en los que ejerce su dominio, y para los cuales crea el correspondiente organismo burocrático. La tecnología espacial y misilística presenta la característica de ser de uso civil y militar. El control de dicho espacio político, como lo es el mundo tecnológico, se mostrará crucial a la hora de ejercer el poder. Todo intento por controlar un espacio conlleva un conflicto, pero el control por el espacio del desarrollo de una tecnología sensible acarrea a un conflicto con aquellas potencias que detenten dichas tecnologías duales para su uso civil y militar (Blinder, 2011).

El caso que analizaremos tiene la característica de ser una tecnología de punta y de uso dual. La tecnología misilística puede ser utilizada tanto para colocar satélites en el espacio como para destruir un objetivo con gran poder devastador. Puede usarse tanto para que un país disponga de imágenes satelitales propias como para un misil con carga convencional, o de destrucción masiva. Aquel que controla o al menos dispone de herramientas para competir en ese selecto mercado, tiene un gran poder. Y puede generar competencia tanto a nivel comercial como militar, al menos de forma potencial.

El misil Cóndor II fue un proyecto de origen militar que se desarrolló en el ámbito de la Fuerza Aérea a fines de la década de 1970, y que cobró vigor debido a la derrota sufrida en la Guerra de las Malvinas. En dicho conflicto bélico la Argentina perdió gran parte del material de combate, y las autoridades de la Fuerza Aérea decidieron crear un arma disuasiva, capaz de llegar a las islas en posesión de los británicos. 

Además de aquello, los militares pensaron al proyecto con su faz dual, teniendo eventuales aplicaciones como inyector de satélites. Agotada política y financieramente, la dictadura militar se vio obligada a ceder el poder a los ciudadanos, comenzando una etapa democrática en 1983 con la elección de Raúl Alfonsín como presidente.

La herencia de las políticas de la dictadura se hizo sentir durante el gobierno democrático en la década de 1980, en especial el agotamiento económico. Por otra parte, los principales resortes de poder estatales seguían teniendo algún tipo de anclaje en el viejo poder cívico-militar, por lo que el gobierno de Alfonsín estuvo condicionado y presionado por dichos poderes fácticos. Mas con la Fuerza Aérea este gobierno desarrolló una relación especial, y se le aprobó mediante un decreto secreto un Plan de Satelización que consistía en el desarrollo del Cóndor. Dicho plan quedó truncado debido a la falta de una política istematizada y de presupuesto. Pero las investigaciones y los desarrollos continuaron, mediante la participación de países del Medio Oriente a través de empresas europeas que invirtieron en el misil, con el objeto de desarrollar y apropiarse de la tecnología. Eso disparó la alarma de los Estados Unidos y el Reino Unido, que iniciaron una serie de presiones para la desactivación.

Dichas presiones se incrementaron y se hicieron públicas durante el gobierno de Menem, que optó por cancelar el proyecto para quitarse un estorbo a la relación bilateral con los estadounidenses. El Cóndor como proyecto dejó de existir, se firmaron y se otorgaron todas las garantías a los norteamericanos, y todo proyecto de desarrollo espacial se puso bajo la órbita de la Cancillería, que en adelante tendría un rol fundamental en el manejo de la política espacial, que era ahora un instrumento de relaciones exteriores, de cooperación, de confianza. En suma, los periplos del proyecto Cóndor fueron sucediendo a lo largo de tres gobiernos, el Proceso de Reorganización Nacional, el gobierno de Raúl Alfonsín y el de Carlos Menem (Blinder, 2011).

¿Defensa nacional o política espacial?

La Argentina abortó el desarrollo del Proyecto Cóndor, y en una serie de acuerdos con los Estados Unidos, se acordó que el país no sería más proliferador, y comoconsecuencia de ello, todo desarrollo de inyectores satelitales tendría lugar en el área de la Cancillería y no de la Fuerza Aérea o el Ministerio de Defensa. Eso resultó así, pero durante las presidencias de los Kirchner, desarrollos tecnológicos como los mencionados volvieron a tener vínculo con lo militar, sin el abandono de la política desarrollada por la CONAE. Para comprender si existían tensiones entre las carteras de Defensa y Relaciones Exteriores en materia de políticas de desarrollo tecnológico vinculadas a lo espacial, se ha consultado una serie de fuentes -tanto documentales como entrevistas- que permiten profundizar en la cuestión relativa al proyecto del misil-lanzador GRADICOM.

La entrevista con el ingeniero Eduardo Fabre, en ese momento presidente de CITEDEF (Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa) del Ministerio de Defensa, tuvo lugar el jueves 16 de agosto de 2012. Fabre tuvo cargos en ciencia y tecnología, y minería e industria en la provincia de Mendoza, y está vinculado al peronismo y al Frepaso. Comencé preguntándole acerca del origen del proyecto de vectores GRADICOM, cuyo nombre refiere de acuerdo a él, a Grandes Dimensiones Compuestos, ya que el combustible utilizado es uno compuesto, sólido. El primer misil lanzado, el GRADICOM I, era de una etapa, mientras que el II era de dos etapas, todas de motor cohete de combustible sólido. La base del combustible es similar a la del misil Cóndor II, de perclorato de amonio. Al enterarme de dicho 

dato, le pregunté si tanto el vector como los recursos humanos dispuestos tenían relación con el proyecto acabado en la década de 1990 y me respondió que “son otros recursos humanos, la gente que estaba en el proyecto Cóndor se retiró, la mandaron a su casa, se jubiló, renunció. Son otros los recursos humanos que están ahora, aunque algunos tomaron experiencia de aquellos” (Entrevista Fabre, 2012).

El entrevistado llegó a CITEDEF gracias a su relación con la ministra de Defensa Garré, que lo convocó para esa tarea, y fue en ese lugar que surgió la idea y el impulso de fabricar un vector importante. Le informaron que existían componentes, tubo, desarrollo de combustible, y le preguntaron si quería hacer un misil. “Yo dije que sí, por mi convicción política. Empezamos y en cuatro meses lo largamos.Empezamos en agosto y terminamos en diciembre. Después dijimos arranquemos con el dos, y en once meses lo habíamos lanzado” (Entrevista Fabre, 2012). El vector de una etapa fue lanzado en Serrizuela, 

Córdoba, mientras que el de dos etapas fue lanzado en Chamical, La Rioja, años 2009 y 2010 respectivamente.

Le pregunté por el diseño y el tamaño en comparación con el Cóndor, y me explicó que es más pequeño, porque es un proceso por fases: a medida que se avanza, se agranda el tamaño. Ergo, el GRADICOM II de dos etapas es más grande que el I. “Es un diseño que han utilizado casi todos los países que han incursionado en el espacio. Los de la NASA tienen el mismo diseño, sólo que mucha mayor potencia y tamaño. La estructura, la aerodinámica es similar, los combustibles son los que se usan en la mayoría de los países” (Entrevista Fabre, 2012).

Como de acuerdo al entrevistado, el proyecto es parecido a aquellos de otros Estados, le consulté si el GRADICOM tenía un objetivo bélico, puesto que se encontraba dentro del área del Ministerio de Defensa, o sí también tenía fines pacíficos. “Dual”, fue su respuesta. En ese momento le pregunté si, con respecto a su uso civil, y debido a la cancelación del proyecto Cóndor, la firma de tratados internacionales para la 

nueva política exterior, y el traspaso de la política espacial al ámbito civil de la CONAE, no se generaba una contradicción al desarrollar un vector de uso dual y desde un organismo dependiente de la cartera de Defensa, política que había sido abandonada por la Argentina para dar transparencia y previsibilidad a su política espacial y de no proliferación. Me contestó: “Primero, a través de ARSAT, la Argentina tiene una 

política de comunicaciones que incluyen satélites [...] responsable de las comunicaciones satelitales de la Argentina. Los está construyendo el INVAP. Para el lanzamiento del ARSAT 1, han contratado a una 

empresa de origen francés, que cobra 80 millones de dólares por el lanzamiento del vector para poner el satélite en órbita. Entonces dijimos: empecemos nosotros a desarrollar nuestro vector, no llegaremos al ARSAT 1, pero será el ARSAT 2, 3 o 5. ¡Pero hay que empezar! Y empezamos en el 2009” (Entrevista Fabre, 2012).

El impulso inicial para el desarrollo del GRADICOM fue de CITEDEF, no del Ministerio. El ingeniero Fabre fue una de las personas que impulsó el proyecto, que se comunicó a Defensa, y se le dio el visto bueno por parte de la Ministra Nilda Garré. Le pregunté si para lanzar satélites, y me replicó rápidamente que “para desarrollar el vector”. “Después, para qué se use, se verá”, declaró. “Pero primero hay que desarrollarlo. 

Una alternativa era poner en órbita satélites [...]. El GRADICOM I lo hicimos con recursos del CITEDEF. Más algunas cosas viejas que había, tubos, etc. En el GRADICOM 2 ya recibimos un apoyo presupuestario [...] en el año 2010 [...] No fue una política estratégica que nos ocurrió. Fueron cosas concretas que fuimos haciendo con no mucho escándalo hasta tener éxito. Cancillería ni se enteró, es más, los funcionarios 

se fueron enterando a medida que íbamos avanzando o que disparábamos. Es decir, nadie sabía que íbamos a disparar un GRADICOM. Un día decidimos lanzarlo [...] y lo trasmitimos vía satélite al Ministerio de Defensa”. Indagué sobre la respuesta que obtuvieron, y aseguró que fue “buena”. “Garré se entusiasmó”, agregó. “La Fuerza Aérea apoyó, pero al principio con mucho temor porque habían tenido la experiencia con el Cóndor que los echaron a todos” (Entrevista Fabre, 2012).

Otro funcionario de un organismo vinculado al Ministerio de Defensa, cuyo nombre pidió mantener en el anonimato, me preguntó si había yo hablado con Varotto, el director de la CONAE, a lo que le respondí que sí. Preguntó: “¿Qué dice Varotto? ¿Por qué no ha tirado ningún vector, ningún cohete? Tuvieron dieciocho años para hacerlo”. Yo le respondí que mi información, de acuerdo a la gente de la Cancillería, era que el 

lanzamiento sería muy pronto. Dijo este funcionario: “Ellos dicen ‘todos los años, dentro de dos años lanzamos’. Y después dentro de [otros] dos años. Y hace dieciocho que están diciendo lo mismo. ¿No te llama la atención? Da la impresión de que es un proyecto ‘tapón’ para que no se hagan los proyectos. No tengo la prueba, pero intuyo que allí hay presiones por el desarrollo militar y civil, por el negocio. Lo que sé es que llevan dieciocho años y nosotros en un año hicimos un cohete, lo disparamos y al año siguiente disparamos uno nuevo. ¡En dos años hemos disparado dos cohetes, uno por año! Ahora se está construyendo el GRADICOM 3, similar al anterior pero con mejores características tecnológicas, guiado, con recuperación de la carga” (Entrevista Funcionario Defensa A, 2013). Agregó que el 17 de diciembre de 2009 se lanzó el primer cohete. El 18 de diciembre, él y otros miembros de su oficina recibieron un llamado del Coronel Green, subdirector de Desarrollo e Investigaciones del Ejército de Estados Unidos, en el que se intercambió información sobre los desarrollos de ambos países. “Si eso no es presión…”, exclamó el entrevistado (Entrevista Funcionario Defensa A, 2013).

Otro funcionario anónimo me dio a entender las tensiones existentes entre ministerios por la política llevada a cabo con el vector de CITEDEF. “Nosotros necesitábamos un GPS liberado. Los GPS te dan información hasta los 40 kilómetros de altura. Nosotros necesitábamos uno que de información más alta. La Universidad Nacional de La Plata lo desarrolló, y le pedimos a la universidad que nos hiciera esa transferencia a nosotros. La universidad dijo que no lo puede transferir porque tenemos firmado un acuerdo de confidencialidad con VENG de la CONAE quienes financiaron el proyecto. ‘Pídanlo a VENG’. Se lo 

pedimos y nos dijeron que no, porque era un organismo vinculado a las Fuerzas Armadas, y no lo iba a autorizar”. Yo repliqué que la respuesta de VENG era lógica, teniendo en cuenta la política de Cancillería. “¿Por qué? Lo primero que me tienen que preguntar es qué fines tiene el GRADICOM. Si yo les digo que tiene fines civiles el desarrollo del cohete me lo tienen que aceptar” (Entrevista Funcionario  Defensa B). Me habló después sobre la política espacial actual y cuestionó los logros del satélite que mide la salinidad del mar. “¿Conocés el principio de Arquímedes? Cuanto más pesado es el barco, más agua desplaza, y necesita variar la cantidad de combustible utilizado. La Argentina no tiene una gran flota marítima. ¿Quién pensás que va a disfrutar de los beneficios de ese satélite?” (Entrevista Funcionario Defensa B, 2013).

Retomando la entrevista con Fabre, le pregunté si al desarrollar el vector en cuestión no se estaban violando los convenios internacionales firmados por el Ministerio de Relaciones Exteriores, el MTCR, las normas  ITAR, a lo que contestó: “A los países miembros del MTCR les hemos informado vía cancillería. Cuando se dispararon los GRADICOM se lo hemos informado a la comunidad internacional, por medio de la DIGAN en cancillería, de Gustavo Ainchil. No tenemos restricciones. Lo que no tenemos que hacer es trabajar en secreto. Es la prerrogativa que tiene un país soberano de desarrollar su propia tecnología. La comunidad internacional lo que nos pide es que lo difundamos” (Entrevista Fabre, 2012).

Me explicó su parecer acerca de la decisión de este desarrollo tecnológico, diciendo que “el Cóndor lo canceló un gobierno que explícitamente quería tener ‘relaciones carnales’ con los Estados Unidos, y someterse a todas las políticas que los Estados Unidos formulaba. Actualmente tenemos un gobierno soberano que no acepta las presiones de ningún país del mundo” (Entrevista Fabre, 2012). Me contó que en la cena de camaradería de 2011 con las Fuerza Armadas y la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, se pasó un video institucional con el spot del GRADICOM.

En dicho spot se ve el lanzamiento del vector, y una voz en off relata: “A partir de la década del 80, se desactivó en la Argentina el desarrollo y la construcción de vectores autopropulsados. Son los artefactos que se disparan al espacio aéreo, para aplicaciones tanto civiles como, eventualmente, militares. Desarrollado íntegramente por ingenieros y científicos argentinos, el vector GRADICOM demandó el trabajo den equipo de casi 70 especialistas en la materia. Hoy, gracias al esfuerzo nacional, estamos celebrando el lanzamiento del GRADICOM [...] que significa entre otras cosas, la recuperación de las capacidades 

tecnológicas perdidas [...]”.1 La presidenta Fernández de Kirchner alentó, de acuerdo a Fabre, al desarrollo de tecnología propia por parte de las Fuerzas Armadas. En su discurso, también destacó que elanzamiento del Aquarius, cuya gestión estuvo a cargo de la CONAE, y el desarrollo del GRADICOM posicionan muy favorablemente al país en el concierto internacional (Entrevista Fabre, 2012).

Conversamos también con Fabre acerca del Cóndor, cuyos recursos humanos “quedaron muy mal”, en sus palabras, por todo lo sucedido, ya que les quitaron el proyecto de las manos. Fueron funcionarios norteamericanos acompañados de personal de Relaciones Exteriores “y comenzaron a vaciar los cajones, revolver, y llevarse todo lo que podían. Fue muy humillante” (Entrevista Fabre, 2012). Hoy en día, con este nuevo proyecto, la idea sería llegar a un sistema orbital, superando los primeros 500 kilómetros de altura. Indagué en un aspecto político técnico, averiguando sobre si existe un proyecto para desarrollar alguna etapa de motor líquida, con el fin de mejorar la precisión de la colocación de la carga en el espacio, y contestó que probablemente aquello sea lo mejor, pero primero hay que lograr los primeros kilómetros. Y agregó: “Lo importante es la experiencia propia, porque ningún país te regala nada, te venden el servicio, y no te dejan nada de transferencia tecnológica” (Entrevista Fabre, 2012). Por todo esto, me contó que se está trabajando en la construcción institucional de una Agencia Espacial Sudamericana, y el Ministerio de Defensa de la Argentina está trabajando en el diseño institucional. 

Entusiasmado, me dijo que aquello tiene mucho potencial. “El GRADICOM 2 nos costó 700.000 pesos, 150.000 dólares. Sumá los sueldos, que los pagan los organismos”. Remarcó que ya lanzaron dos cohetes en dos años.

Para completar la información aportada por Fabre, entrevisté a Daniel Rodríguez, asesor en la Secretaría de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa, y al cual llegué por pedido de su secretario, Alfredo Forti. El motivo era conversar sobre los proyectos en la cartera de Defensa relacionados con la misilística (especialmente el GRADICOM), y por otro lado, conversar acerca de la propuesta en el seno del Consejo de Defensa de la UNASUR, para crear una agencia espacial sudamericana, lo que redundaba otra vez en un asunto de política espacial en el área de la Defensa.

La entrevista con el licenciado Rodríguez tuvo lugar el 11 de septiembre de 2012. La pregunta disparadora fue acerca de la propuesta de generar una institución para los asuntos del espacio de carácter regional en el marco de la UNASUR. Propuesta a partir del Consejo de Defensa Sudamericano, en la “II Declaración de Lima” del 10 y 11 de noviembre de 2011 que, entre otras cuestiones, buscaba proponer a las nstancias responsables de los respectivos programas espaciales nacionales que estudiasen la factibilidad del establecimiento de una Agencia Espacial Sudamericana, para lo cual se sugiere establecer un Grupo de Trabajo con participación de representantes de todas las instituciones nacionales involucradas en dichas actividades.

La política propuesta, de acuerdo al funcionario entrevistado, está completamente enmarcada dentro del Plan Espacial de la Argentina, que ya tiene definidas cada una de las instituciones, sus funciones y sus atribuciones. Indagué entonces acerca del GRADICOM, cuya función excede al ámbito de la Cancillería como lanzador, a lo que me respondió: “Esto también es parte a través de CITEDEF, en el desarrollo de las capacidades nacionales a efectos de maximizar las capacidades de Defensa Nacional en materia de ciencia y tecnología [...] Se encarga de darle soluciones tecnológicas a la defensa. La cosa no queda ahí solamente, sino que tiene desarrollos en términos de aplicaciones duales. Trabaja haciendo testeo de municiones para las Fuerzas Armadas [...] y también hace testeos y supervisa productos de empresas. En esta materia hay un plan espacial, que si bien establece las instancias de responsabilidad primaria en la materia, eso no implica que el Estado Nacional no haga uso, conforme a la ley, de todas las herramientas que tiene para maximizar estas capacidades y esta autonomía científico-tecnológica, que el país resignó a través de una política [refiriéndose a la década de 1990] que desmanteló el Estado, capacidades y recursos humanos. Todo esto se inscribe en reparar esa historia” (Entrevista Rodríguez, 2012).

Mi entrevista prosiguió con preguntas sobre la cooperación entre ambos ministerios, Relaciones Exteriores y Defensa, en la materia de política espacial. “Con Cancillería lo que tiene la política, con respecto a la de antes, es que está coordinada, es en conjunto, hay una relación muy fluida y permanente”. Le pregunté si con la CONAE en particular, y me dijo que con Cancillería en general. “Respecto de esta propuesta argentina, de la Agencia Espacial Sudamericana, lo que el Ministro de Defensa dice cuando lo presenta [...], es tener presente que si bien [...] los desarrollos de estas tecnologías, o mejor dicho, el manejo de estas capacidades tecnológicas, concretamente el tema espacial, en muchos países, en el caso nuestro y en el de Brasil, no están dentro de los ministerios de Defensa [...] no obstaba para que dentro de las responsabilidades primarias que tienen la jurisdicción de Defensa, no den cuenta de lo positivo que sería para el cumplimiento de muchas misiones que Defensa tiene” (Entrevista Rodríguez, 2012).

Explicándome la posición del ministro de Defensa Puriccelli con documentación, y aclarándome que de acuerdo a la política actual toda esta investigación y desarrollo tiene propósitos pacíficos conformes a marcos legales internacionales, declaró que no son los ministerios de Defensa sino las cancillerías, en casi todos los casos, las que se ocupan de esta temática, y que de acuerdo al Ministro que “conforme a esta lógica de usos pacíficos de desarrollo de capacidades, esto podía servirle a la Defensa por ejemplo en los casos de control de nuestros espacios territoriales [...] Que desde el punto de vista de la Defensa nosotros tenemos la misión de preservar la integridad territorial. Y esto es muy importante desde el punto de vista de una Agencia Espacial. El Ministro destacó el potencial del desarrollo conjunto para llevar adelante el campo de acceso al espacio y de las comunicaciones y dijo que si bien son tecnologías de uso civil, hay algunas que tienen aplicaciones de uso dual con fines pacíficos, y con el objetivo del control del espacio terrestre, marítimo y aéreo, la meteorología, y el control y la preservación de nuestros recursos naturales, que en el marco del Consejo de Defensa Sudamericano se ha venido trabajando como una de las máximas expresiones del interés común regional” (Entrevista Rodríguez, 2012).

Para todo esto, aseguró Rodríguez, lo esencial es el relevamiento de los recursos naturales para conocer aquello que se tiene, y la acción mancomunada de los Estados de la región, que comparten dichos recursos. Por lo tanto, la propuesta común de una Agencia Espacial tiene que ver con coordinar este asunto. En esta primera instancia no se trató la temática del acceso al espacio mediante vectores propios, pero no descartó que pudiera llegar a hacer un tema de tratamiento, y se creó un grupo de trabajo para estudiar la factibilidad de ello. Los Ministerios de Defensa serán un componente más, pero estará a cargo de las Cancillerías, me aseguró, porque la propuesta de la Agencia Espacial no es para que se haga en el marco del Consejo de Defensa Sudamericano, sino de la UNASUR, como herramienta de política exterior.

Me contó que otro de los temas conversados, aparte de una institución espacial, es la producción de un avión de entrenamiento, cuya producción facilita la cooperación estratégica en materia tecnológica (que se vio en países sudamericanos restringida por limitaciones de los mercados externos), y que permitirá la cooperación en otros temas estratégicos de producción y sobre todo previsibilidad y autonomía, para no depender de terceros países, en especial de las potencias, para ser proveedoras de tecnologías que pudieran resultar sensibles en un futuro.

Inquirí sobre el desarrollo del GRADICOM en su concepto de aplicación espacial, no sólo en materia de temas de defensa, citándole el spot institucional del Ministerio de Defensa y de CITEDEF, que promocionaban al misil en su dimensión política y en su dimensión espacial. Haciendo referencia técnica al Grandes Dimensiones Compuestos, significado del nombre GRADICOM, señala que es un cohete de dos etapas, de 245 centímetros y capaz de alcanzar la altitud de 100 kilómetros, que se propone llegar a los 400 kilómetros y lograr el dominio aeroespacial. Rodríguez aludió que esto tiene que ver con la recuperación del Estado y sus capacidades, y un trabajo articulado entre las carteras de Defensa y Relaciones Exteriores (Entrevista Rodríguez, 2012).

Los Estados Unidos y otras potencias tienen también preocupación por el desarrollo del GRADICOM, con una línea argumental idéntica a aquella que aquejaba a los analistas estadounidenses o británicos en los tiempos del misil Cóndor II. Básicamente, según un cable revelado por el sitio Wikileaks, el desarrollo de CITEDEF preocupaba a la empresa privada de inteligencia Stratfor, cuya clientela incluye a los gobiernos, 

porque el nuevo misil, de continuar, podría comprometer la seguridad en las Malvinas. Dicho informe secreto manifiesta su preocupación por este tipo de tecnologías, aunque mantiene sus reservas en cuanto a la capacidad de la Argentina por cumplir con el desarrollo de los mismos, haciendo grandes anuncios. Para el informe, el objetivo es mejorar a través del GRADICOM el ya abandonado Cóndor II, cuyo valor estratégico reside en el alcance a las Islas Malvinas/Falklands (Wikileaks-Stratfor).

Presiones de los Estados Unidos pos-Cóndor

Luego de la desactivación del Cóndor II, el ingreso al MTCR, la creación de la CONAE y la asociación con los Estados Unidos en materia de política exterior, junto con la gestión de proyectos asociados con su agencia espacial NASA -es decir, una política abierta, pacífica y no proliferante-, los conflictos con las grandes potencias, de acuerdo a los postulados del Realismo Periférico, deberían mitigarse. No obstante, los planes espaciales argentinos no estuvieron exentos de presiones estadounidenses, como lo demuestran documentos dados a publicidad por Wikileaks, y cuyo contenido remite a las preocupaciones de la diplomacia estadounidense por el desarrollo tecnológico de la Argentina.

En un cable diplomático de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires del 8 de septiembre de 2006, clasificado como “no clasificado y sólo para uso oficial”, se hacía mención a la política espacial de la Argentina. En este documento, refiriéndose al Embajador argentino Vicente Espeche Gil como director del área de América del Norte en la Cancillería, al director para proyectos internacionales del Ministerio de
Economía, Gerardo Hita, y al director ejecutivo de la CONAE, Conrado Varotto, se planteaba que los Estados Unidos no habían cambiado la política hacia la Argentina en materia del espacio, debido a un voto no favorable de parte del país del norte en materia satelital hacia el país sudamericano. A partir de lo anterior, “Varotto dijo [...] que el voto de los Estados Unidos ‘me hará la vida difícil’” (Wikileaks, 08/09/2006).

Otro cable calificado como “sensible pero no clasificado”, y también producido por laEmbajada estadounidense en Buenos Aires, explicaba que el consejero de Ciencia y Tecnología, George Atkinson, visitó la Argentina junto a una delegación con el propósito de hacer una investigación acerca del  nivel científico y tecnológico del país, con un especial hincapié en las capacidades y prioridades argentinas en investigación 

y educación, y con el objeto de generar una relación colaborativa en la materia entre ambos Estados y las universidades, dentro del Global Science Partnership For The 21st Century (Wikileaks, 17/11/2006). 

Entre los varios puntos que toca el documento sobre la política científica, el número 7  destaca que la delegación se encontró con representantes de la firma de alta tecnología. Resalta que INVAP es una empresa líder en investigación y desarrollo de producción energética, nuclear y espacial. Destaca, asimismo, que INVAP ha construido un reactor de investigación para Australia y que continúa trabajando en el satélite Aquarius/SAC-D, cuyo valor es de 270 millones de dólares, en conjunto con la  NASA (Wikileaks, 17/11/2006).

Más adelante, el punto 7 del cable especifica que la directora de Seguridad Internacional, Asuntos Nucleares y Espaciales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Elsa Kelly, junto al director de INVAP, Hector Otheguy, luego de explicar juntos la posición de la Argentina en materia nuclear y espacial, dijeron que “la administración Kirchner se destacaba por su dedicación a los proyectos de alta tecnología. Kelly dijo que las décadas de 1980 y 1990 fueron una pesadilla para la investigación y desarrollo en el país” (Wikileaks, 17/11/2006). En el punto 8, se destaca que Otheguy expresó su fuerte interés en volver a la empresa que representaba, un subcontratista de la NASA, y también manifestó conocer lo difícil de los obstáculos legales y regulatorios. Destacó también que quiere transformar a INVAP en un posible competidor y subcontratante de alto desarrollo tecnológico espacial y nuclear de los Estados Unidos. En el punto 9, el cable específica que, a pesar de las intenciones manifiestas de Kelly y Otheguy en el desarrollo endógeno 

de lanzadores espaciales, la Argentina está comprometida completamente con la no proliferación (Wikileaks, 17/11/2006). El punto 10 del cable diplomático habla de la preocupación transmitida por Conrado Varotto como director de la CONAE a Atkinson “acerca de las normas ITAR y sus posibles implicancias para una futura cooperación entre la CONAE y la NASA. ‘Esta no es la forma de tener una sociedad’, dijo Varotto” (Wikileaks, 17/11/2006). Por último, en el punto 13 del cable se destaca una preocupación por parte de la Argentina, haciendo referencia explícita a la fuga de cerebros hacia los Estados Unidos.

En otro cable de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires del 10 de septiembre de 2007, con la nomenclatura de “confidencial” y “sensible”, refiere en su título explícitamente a los planes argentinos para desarrollar capacidades de lanzamiento, es decir, cohetes. El sumario del cable explica que el responsable de la CONAE, Varotto, ha defendido que para la Argentina tener un vehículo lanzador es esencial para el programa espacial que conduce, y que la Argentina ha desarrollado esa capacidad por años de forma transparente. También, destacó Varotto el compromiso con el MTCR, y expresó su deseo personal de reunirse con oficiales estadounidenses para explicar la posición del país, teniendo en cuenta las preocupaciones de los Estados Unidos a raíz del desarrollo argentino en materia espacial (Wikileaks, 10/09/2007).

Titulado “Una historia enredada”, el texto del cable relata que funcionarios estadounidenses “se reunieron con Varotto el 5 de septiembre para presentarle informalmente la posición de los Estados Unidos frente al desarrollo argentino de un vehículo espacial. Ese esfuerzo ha tenido progresos cuando en mayo se probó un cohete de motor líquido, y en agosto hizo pública el ministro de Relaciones Exteriores Taiana la importancia que tenía para la Argentina poder contar con sus propias capacidades para acceder al espacio” (Wikileaks, 10/09/2007). Prosigue contando que “Varotto parecía agitado cuando se [...] trajo a colación una serie de afirmaciones acerca de que en la Argentina, desde 1992, no hay planes para conseguir capacidades de lanzamiento espacial, y que desde aquel momento la política ha sido transparente” (Wikileaks, 10/09/2007). Asimismo, “Varotto postuló que los primeros pasos fueron en 1994, cuando él se dirigió a un miembro del staff de la Embajada estadounidense -el consejero científico- con un borrador sobre el deseo argentino de desarrollar capacidades espaciales” (Wikileaks, 10/09/2007). Además, “Varotto señaló que cuando el entonces canciller Di Tella aceptó el desmantelamiento del proyecto del misil Cóndor a principios de la década de 1990, y prometió esquivar el desarrollo de un lanzador espacial, fue sólo para un previsible futuro. Varotto consideró que nada puede ser considerado ‘previsible’ en el futuro, luego de 5 a 7 años” (Wikileaks, 10/09/2007).

Con el título de “Una necesidad nacional”, el cable continúa explicando las necesidades nacionales argentinas: “Varotto hizo clara su visión de la importancia de un desarrollo de lanzadores, diciendo que ‘Argentina no puede mantener un plan espacial sin él’. Sin embargo, caracterizó la cooperación entre los Estados Unidos y la Argentina, NASA-CONAE específicamente, como excelentes. Varotto se extendió sobre las razones por las cuales el país no será capaz de delegar en los Estados Unidos el envío de satélites al espacio. Específicamente, citó los altos costos de “los proveedores ‘aceptables’ [...] y la falta de voluntad […] 

del International Traffic in Arms Regulations (ITAR) de lidiar con proveedores de menor costo para servicio de lanzamiento, como China o India […] Está la cuestión del control, con lo que la Argentina, como un socio junior, está imposibilitado para conseguir los instrumentos requeridos para el espacio […]. ‘la Argentina no puede seguir con un plan espacial con tales restricciones’” (Wikileaks, 10/09/2007). A continuación, Varotto suplicó por un diálogo con los norteamericanos, puesto que su país cuenta con credenciales, como la participación en el MTCR y sus lineamientos, y siempre fue un amigo de los Estados Unidos, y espera una mutua y aceptable solución. “Me subiré a un avión para conversar con cualquiera que quiera hacerlo”, dijo (Wikileaks, 10/09/2007).

El 13 de febrero de 2008, otro cable diplomático originado en la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires y clasificado como confidencial, titulado “El Plan Argentino para el Proyecto de Lanzador Espacial”, propone un cambio de política hacia el país con respecto al desarrollo de cohetes. Se pregunta “por qué dar este paso ahora” y cita la buena voluntad manifestada por el director de la Agencia Espacial de la Argentina, que “ofrece un número de razones relativas a por qué no se considera obligada a los resguardos del MTCR” (Wikileaks, 13/02/2008). “Varotto también expresó que la Argentina está trabajando en un eventual establecimiento de una Agencia Espacial regional, dearrollo que él entiende será difícil de lograr pero que se inclina a pensar que es inevitable […] [puesto que] las normas ITAR más los altos costos de los proveedores hace a los proveedores inaccesibles” (Wikileaks, 13/02/2008).

Con respecto a la posición de la conducción política de la Argentina, señala el cable que “la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner, así como también de su  predecesor y esposo Néstor Kirchner, se han mostrado así mismos como extremadamente sensibles a pequeños deslices, y han jugado a menudo la carta antiestadounidense en respuesta a un acto o declaración vista como […] prerrogativas contra la soberanía” (Wikileaks, 13/02/2008). El cable dice posteriormente que “como no tenemos ninguna información de que la Argentina y su programa de desarrollo de lanzador representen un peligro para la no proliferación […] creemos que el mejor camino es uno mutuo, en el cual haya una aceptable solución a esta larga e irritante relación bilateral, liberando a la Argentina de las obligaciones de 1992 [acuerdos de la Argentina con los Estados Unidos en el marco de negociaciones por cancelación del Cóndor II e ingreso al MTCR]” (Wikileaks, 13/02/2008). Ratificando el cable diplomático el compromiso no proliferante argentino, destaca que “debería ponerse este asunto a dormir sin costo alguno, dándonos a nosotros ventaja para intervenir, si es que el programa espacial se desenvuelve hacia uno proliferante” (Wikileaks, 13/02/2008).

El MTCR y el proyecto argentino para un lanzador satelital persisten como temas relevantes en los cables de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires. En un cable del 12 de mayo de 2008 de carácter confidencial se hace referencia al proyecto de la empresa VENG para desarrollar inyectores satelitales y servicios de lanzamiento. En este sentido, señala el documento que VENG ha desarrollado y probado el cohete Tronador I, hecho a base de combustible de hidracina, en Falda del Carmen, donde antes se había desarrollado el desmantelado misil Cóndor. “Los planes del desarrollo de un cohete con el propósito de lanzamiento espacial en Falda del Carmen son de interés para los Estados Unidos porque es incongruente con el entendimiento alcanzado entre la Argentina y los Estados Unidos en 1994, previamente al ingreso argentino al MTCR, de desmantelar Falda del Carmen y la producción de motores cohetes” (Wikileaks, 12/05/2008). Con este dato, la diplomacia estadounidense confirma que sí hubo promesas por parte de la administración Menem de cancelar el proyecto misilístico y no desarrollar otro en el futuro.

un asunto irritante para la relación bilateral. Esta situación fue posteriormente agravada cuando la Argentina intentó camuflar -y por lo tanto mantener- el programa Cóndor, llamándolo un programa de lanzador satelital. Lanzadores y misiles balísticos son casi idénticos en diseño, fabricación y funcionamiento. Dichas tecnologías son esencialmente intercambiables [...] Cualquier cohete capaz de poner un satélite en rbita está por definición en la categoría I del MTCR” (Wikileaks, 12/05/2008). Si bien aquí no se dice nada nuevo, es destacable que lo digan funcionarios estadounidenses, reconociendo que hay una cuestión de mercado y otra de seguridad, y que constituye una línea difusa. Como fruto de la negociación entre el gobierno argentino y el estadounidense, “y tal como consta en los registros diplomáticos desde 1992, la Argentina nunca desarrollaría lanzadores propios” (Wikileaks, 12/05/2008). Así lo describe el documento, cuando cuenta todas las medidas convenidas por los dos países, desmantelando piezas técnicas clave para no desarrollar ni combustible ni motores cohete. “Por nuestro conocimiento, la Argentina ha honrado el acuerdo”, sostienen (Wikileaks, 12/05/2008).

Varotto ha vuelto a ratificar que no existe ninguna intención más que desarrollar capacidades propias no bélicas. “En relación a los acuerdos de 1992, dijo que el compromiso sobre no desarrollar lanzadores era en un previsible futuro, y que nunca dijo que para siempre, y que al pasar el tiempo, también cambió la situación del país” (Wikileaks, 12/05/2008). Con respecto al uso de las instalaciones de Falda del Carmen, el director de la CONAE aseguró a sus interlocutores estadounidenses que todo lo relacionado al Cóndor ha sido desmantelado, y que se utiliza el mismo parque industrial, para distintas actividades. También aclaró que “mientras el Cóndor II era un cohete de combustible sólido, el Tronador es de combustible líquido” (Wikileaks, 12/05/2008). No obstante, los Estados Unidos, así como también los socios del MTCR, esperaban que la Argentina mantuviera los acuerdos de 1992 para evitar que cayera la tecnología en manos de gobiernos proliferantes o terroristas (Wikileaks, 12/05/2008).

Con todo, el cable plantea que a pesar de las diferencias y las preocupaciones generadas, mientras la Argentina sea un país comprometido con la no proliferación, no hay por qué erosionar la relación bilateral, y que los Estados Unidos comprenden, pero no comparten, el deseo de su contraparte sudamericana para tener lanzadores contemplados en la categoría I del MTCR (Wikileaks, 12/05/2008). Más adelante, y tipificado como “confidencial”, el cable explica los puntos de diálogo entre los dos países. Se destaca el diálogo existente, la cooperación en todos los ámbitos internacionales, y en el control de las tecnologías de misiles. En ese escenario, se postula que los Estados Unidos están abiertos a dialogar acerca del desarrollo del inyector satelital de desarrollo propio de la Argentina, y que hay cosas mencionadas en estas páginas que preocupan a ambas partes, como la no proliferación, y el derecho a desarrollar capacidades autónomas, que se contradicen en algunos puntos reglamentarios acordados de no proliferación, como en el MTCR. Y postula: “Nosotros [Estados Unidos] queremos notificarle a su gobierno [Argentina] que mientras que los Estados Unidos no apoya a la Argentina en conseguir la categoría I del MTCR acerca de los lanzadores satelitales [categoría que discrimina quién puede] nosotros entendemos que la Argentina seguirá adelante con el desarrollo de dichas capacidades” (Wikileaks, 12/05/2008), explicando que mantienen una posición ambivalente hacia el país.

El cable de la Embajada en Buenos Aires del 21 de mayo de 2008 con status confidencial, señala que el Secretario General de la CONAE, Felix Menicocci, expresó su optimismo acerca de las chances de que estas cuestiones vinculadas al lanzador serán prontamente resueltas por ambos países amigablemente. Se señala también información sobre el Tronador I y su próxima futura prueba el 15 de mayo en Puerto Belgrano -donde hay una base de la Armada-, cancelado dos veces, y elevado al día siguiente, 16 de mayo, sin presencia extranjera oficial. Conrado Varotto dijo que la ausencia de militares en el lanzamiento, a pesar de ser una base naval, se debe “exclusivamente a evitar sospechas de propósitos militares de lanzamiento por parte de cualquier país […] y que la Armada fue convocada sólo para soporte logístico” (Wikileaks, 21/05/2008), y así también lo entendieron los diplomáticos norteamericanos según consta en el documento citado. Conjuntamente, se señala en el cable que existe una superposición entre los reglamentos del MTCR y el Código de Conducta Internacional, así como también el perfecto conocimiento de Brasil acerca del programa de desarrollo de un lanzador nacional argentino. Se observa claramente la buena voluntad, o la política de la Argentina para mostrarle a los Estados Unidos sus intenciones de poseer un inyector satelital y no un misil balístico.

Tipificado como “confidencial”, otro cable del 23 de junio de 2008 en relación a la Categoría I MTCR -misiles ofensivos para uso militar- vuelve a resaltar la cuestión de que el desarrollo argentino de capacidades de inyección satelital constituye un asunto irritante en la relación bilateral y aboga por una mutua solución (Wikileaks, 23/06/2008). Este documento demuestra, como los anteriores -si bien no pueden generalizarse todas las posturas de todas las agencias norteamericanas como unívocas-, que en líneas generales los estadounidenses tienen resquemores al desarrollo tecnológico de los argentinos en relación a esta tecnología de uso dual, pero también reconocen en las instituciones argentinas la buena voluntad y predisposición al diálogo y la paz, y que sólo se querrían desarrollar lanzadores para el plan espacial y la no dependencia de terceros por parte de la Argentina.

El 21 de agosto de 2008, según consta en un cable diplomático de los Estados Unidos, Conrado Varotto y Felix Menicocci se reunieron otra vez con oficiales estadounidenses para poder discutir asuntos vinculados al lanzador satelital, para lo cual los interlocutores argentinos solicitaron que el canal para tal asunto sea la CONAE. En este documento se dice que Varotto pidió que lo relativo a las negociaciones del programa de transparencia ocurra antes de enero de 2009, y que la institución espacial argentina está acometida a varios proyectos sensitivos. El cable dice que “durante la conversación, Varotto enfatizó lo colaborativo de la relación bilateral en materia aeroespacial, y el interés mutuo en a transparencia. Asimismo,  declaró que la CONAE estaba lista para trabajar con Estados Unidos […] sobre los lanzadores satelitales, todos de naturaleza civil” (Wikileaks, 21/08/2008). Desde el Estado argentino, se informó que Varotto tenía la autoridad para hablar de asuntos espaciales, como interlocutor ante los estadounidenses. También se explicita que Varotto buscará fuertemente el apoyo de los Estados Unidos para el resurgimiento del programa espacial de su país.

Otro cable confidencial del Departamento de Estado del 15 de septiembre de 2008, originado en la representación diplomática estadounidense en Buenos Aires, resalta que existió una reunión el día 10 de septiembre entre Varotto, Menicocci y agentes del país del norte con el propósito de firmar acuerdos de discusión bilateral sobre el tema del lanzador, y “resultó de total acuerdo de las dos partes para ir hacia todos los requerimientos de los Estados Unidos” (Wikileaks, 15/09/2008). También, Varotto le aseguró a los funcionarios estadounidenses que “el liderazgo de la CONAE en materia espacial, se hace en sintonía con el Ministerio de Relaciones Exteriores en su máximo nivel” (Wikileaks, 15/09/2008).

Más de un año después, el 3 de diciembre de 2009, un cable originado en la representación diplomática de los Estados Unidos en la capital de Argentina, clasificado también como “confidencial”, tenía el objetivo de contar los avances en el lanzador satelital argentino. “Varotto reportó tres pruebas del motor para el inyector satelital no exitosas, y que pronto tendrá lugar una cuarta prueba […]. Varotto tambiénxpresó sus serias preocupaciones sobre el reciente desenvolvimiento de los hechos que podrían forzar a la CONAE a compartir, o más aun rendir, las instalaciones del Centro Espacial de Córdoba a la fabricación de cohetes de motor sólido de uso militar, un proyecto del ministro de Planificación Federal, Julio de Vido. Varotto dijo que él le preguntó al canciller Jorge Taiana para una apelación personal a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y explicarle que compartir el Centro Espacial de Córdoba con la fabricación militar será el fin del programa espacial civil de la Argentina” (Wikileaks, 03/12/2009).

Además, el director de la CONAE informó sobre el plan de lanzamiento de un cohete sonda el 17 de diciembre por parte de CITEFA (hoy CITEDEF), dependiente del Ministerio de Defensa. Varotto explicó que había recibido una invitación de CITEFA para acudir al lanzamiento, “el que erróneamente fue promocionado como parte de un programa de inyectores de satélites. Varotto dijo que él le escribió a CITEFA para protestar contra esta caracterización y para declinar la asistencia al lanzamiento. Él explicó que CONAE solamente ha solicitado de CITEFA que se le permita el testeo del equipo de guiado del cohete sonda, con el fin de probar el cohete a gran altura, nada más. De ninguna manera la CONAE está cooperando con CITEFA en el desarrollo de un vehículo lanzador satelital, enfatizó” (Wikileaks, 03/12/2009).

Conrado Varotto -tal como consta en otros cables, contando con el apoyo de la Cancillería- se siente molesto e intenta diferenciar la política espacial argentina, conducida por la única agencia espacial nacional, y su proyecto de inyector satelital de aquellos desarrollos tecnológicos realizados por la cartera de Defensa. Es posible que exista un conflicto de intereses, como también se mencionó con otras fuentes relacionadas al Ministerio de Defensa y a CITEDEF en otra parte del presente trabajo. “Varotto estaba preocupado acerca de lo que podría ser percibido como una militarización de la CONAE […] Él cree que CITEFA ha malentendido la extensión de su cooperación con la CONAE” (Wikileaks, 03/12/2009).

que él cree que podría afectar el programa del vehículo inyector satelital de la CONAE. Él dijo que Dassault, la empresa de desarrollo militar francesa, había contactado a Fabricaciones Militares (la compañía estatal bajo el Ministerio de Planificación Federal, cuyo titular es de Vido) para explorar la posibilidad de reflotar los viejos cohetes de combustible sólido para uso militar (alcance 30-40 km) para futuras ventas en la región. Representantes de Fabricaciones Militares habían visitado el Centro Espacial de la CONAE en Córdoba, donde el lanzador satelital está siendo desarrollado. Varotto dijo que después descubrió cuál había sido la razón por la que había tenido lugar la visita. El Ministerio de Planificación estaba considerando el uso de las instalaciones de la CONAE y su maquinaria para la fabricación de cohetes de combustible sólido. Varotto dijo que él inmediatamente se contactó con el ministro de Relaciones Exteriores Taiana, la cabeza del plan espacial argentino, para asentar inequívocamente que la CONAE se oponía a cualquier uso militar de sus instalaciones” (Wikileaks, 03/12/2009).

Además, “mientras Dassault aparecía al final como decidida a negociar con los brasileros más que con los argentinos, Varotto dijo que Fabricaciones Militares está ahora considerando llevar a cabo su propio proyecto de manufacturar cohetes para el uso de los militares de la Argentina y para ventas militares regionales. Él dijo que el ministro de Planificación Julio de Vido está presionando por esta idea de modernizar completamente el centro espacial de CONAE, con la fabricación de cohetes militares. La situación ha escalado en la confrontación entre el canciller Taiana, contra el ministro de Planificación De Vido y la ministra de Defensa Nilda Garré” (Wikileaks, 03/12/2009). Esto confirma desde la percepción foránea, las peleas internas por el desarrollo de una tecnología sensible como es la de los vectores. “Varotto fue enérgicamente firme en cuanto a que compartir lo militar con nuestro programa espacial civil constituye el fin de nuestro programa de desarrollo de inyector satelital” (Wikileaks, 03/12/2009). Varotto apeló al canciller por una reunión con la presidenta de la nación, con el objetivo de apelar esta situación, oponiéndose a compartir cualquier instalación de la agencia espacial con alguna institución militar. Y agregó que “el centro está totalmente enfocado en la producción de boosters a base de combustible líquido, y no es simplemente transformable para la producción a gran escala de cohetes de combustible sólido” (Wikileaks, 03/12/2009).

Finalmente, el documento diplomático destaca que “Varotto estaba preocupado por el daño que podría causar esto a su credibilidad y abogó por la transparencia con Washington” (Wikileaks, 03/12/2009). Se resalta también la cooperación que ha tenido la CONAE con la NASA a través de los años en el diseño y construcción de satélites como el SAC-D, y que “Varotto no quiere que los rumores, o un posible uso ilitar del centro espacial pueda poner en peligro la cooperación espacial con los Estados Unidos […] Él confía que Cristina Fernández de Kirchner mantendrá la ya larga tradición del enfoque civil en materia espacial, y dejará a la CONAE retener el exclusivo uso de su centro espacial en Córdoba” (Wikileaks, 03/12/2009).

Rupturas y continuidades

¿El Realismo Periférico fue exitoso o no lo fue? ¿Destruir el Cóndor y crear la CONAE fue una política a largo plazo que dio resultados? En términos globales, el gobierno neoliberal de Menem fue desindustrializador, librando las decisiones de política tecnológica a las “fuerzas del mercado”. También, libraron a la ley no escrita del realismo político, los destinos periféricos de la Argentina, subsumidos a la potencia de aquel tiempo, los Estados Unidos, y cuyo pedido en materia del Cóndor II, era su finalización por cuestiones de seguridad internacional. Neoliberalismo y “relaciones carnales” hacia los Estados Unidos constituyen manifestaciones de una misma política. En las alianzas estratégicas con la NASA y con políticas activas que buscaron construir una buena relación con los estadounidenses, la Argentina lanzó el satélite experimental ?SAT-1 Víctor en 1996, el SAC-B en 1996 para estudiar el Sol, el Nahuel-1A en 1997, el SAC-A en 1998 con objetivos experimentales, el SAC-C en 2000 para observación terrestre, aunque ya no corresponde este último al período de la presidencia de Menem. Todos estos satélites fueron lanzados por cohetes de otros países, y por terceros.

¿La lista de satélites es modesta? ¿Es exitosa para un país de la envergadura de la Argentina? ¿Podría la Argentina haber fabricado y lanzado más y mejores proyectos satelitales? Creemos que sí, puesto que la Argentina fabrica sus propios satélites, está desarrollando un lanzador, y es por ello reconocida por las principales agencias espaciales internacionales. Desde la creación de la CONAE, el Realismo Periférico parece dar sus frutos en materia de relaciones exteriores: si relacionamos cantidad de logros tecnológicos desde antes y a partir de la creación de la agencia, el país se ha desarrollado espacial y tecnológicamente. Con una política como la del misil Cóndor es improbable que la Argentina pudiera haber tenido esta performance. Pero hay que admitir que esta performance se impulsó aún más con el proyecto industrializador de 2003. Lo que se necesita como política pública es una política exterior responsable, sin alineamiento irrestricto, y una política industrial y tecnológica que la acompañe.

¿Cuáles son las continuidades? La política exterior hacia los Estados Unidos, la participación activa en el MTCR y otros acuerdos y tratados de no proliferación, la cooperación con la NASA y otras agencias, y por supuesto el proceso de institucionalización del sector espacial centrado en CONAE. ¿Cuáles son las rupturas? No existen abruptos quiebres, por las continuidades señaladas, pero existe una política exterior multilateral, especialmente hacia Sudamérica, y la intención conflictiva, que podemos clasificar como ruptura, de desarrollar un lanzador propio para colocar satélites argentinos en órbita, propia de una política industrialista y protecnológica. Lo cierto es que la Argentina tiene política espacial, con continuidad institucional y temporal, proyectando al futuro inyectores y satélites. Se ha pasado de un modelo económico desindustrializador, en la década de 1990, a un modelo de reindustrialización en la presidencia de los Kirchner, que transforma el sentido estratégico de la política espacial. La presidencia de Menem desinvirtió en todo lo relativo a ciencia y tecnología de punta, pero sentó las bases internacionales para que esta tuviera lugar durante la etapa de los Kirchner, que ha invertido en esta tecnología.

Reflexiones finales

El tema de la “no confiabilidad” de la Argentina es un asunto que atraviesa todas estas páginas, y hace a la explicación del cambio de una política oscura y dudosa a una abierta y confiable, que se lograría gracias a la institucionalización y los gestos de los argentinos a los estadounidenses en su relación mutua. Empero, el discurso norteamericano para la Argentina tiene una línea argumental continua en el tiempo, y que puede rastrearse en los despliegues diplomáticos (formales e informales) de los Estados Unidos frente a los intentos de la Argentina de desarrollar tecnologías de tipo espacial o nuclear. Primero, no era confiable durante el Proceso de Reorganización Nacional porque se trataba de una dictadura. Luego, con el gobierno democrático de Alfonsín, no era confiable porque corría el riesgo de volver a una dictadura, puesto que se trataba de una democracia débil e incipiente. Después, poco antes de la asunción de Menem, la Argentina no era confiable porque iba a ser gobernada por un gobierno nacionalista y xenófobo, de raigambre peronista. Con Menem en el gobierno, cuando se daban claras señales de alineamiento a través de la política exterior, se exige que el misil Cóndor II sea destruido. Hecho esto, continúan las alarmas en estado latente, con la aparición recurrente de la voluntad argentina de contar con un lanzador satelital.

Cuando se habla de la “no confiabilidad” de la Argentina, se está transmitiendo una representación construida por la diplomacia estadounidense, sus medios de comunicación y la academia. ¿En qué medida este discurso de la no confiabilidad está basado en amenazas reales a la seguridad nacional de los Estados Unidos, a la paz internacional y a la no proliferación de armamentos, y en qué medida está vinculado a intereses políticos y económicos reales, cuyo principal objetivo es la supremacía económica y militar? Aceptar como dado un sistema internacional como el presupuesto metodológicamente por el Realismo Periférico supone, sino una naturalización del orden mundial, un sistema jerárquico estructurado, en el cual a la Argentina, como país de la periferia, le corresponden ciertos roles asignados, y otros roles se le niegan, porque quedan exclusivamente reservados a las grandes potencias. Ahora bien, si las cosas son como son, ¿para qué tener un lanzador satelital, satélites, energía nuclear, nanotecnología, biotecnología y demás si cada Estado tiene que atenerse a las leyes no escritas del sistema internacional?

El Realismo Periférico -fuera de toda ingenuidad- presupone que dichas leyes no escritas no son eternas, que tienen tiempos históricos y que es el estadista el lector de la realidad coyuntural, que le guiará sabiamente hacia una buena decisión de política exterior. Dichas decisiones internacionales orientan a un país hacia el mejor de los mundos posibles, y por ende al bienestar de sus ciudadanos. No obstante, aquí no se puede valorar en su totalidad una política exterior aplicada para el largo plazo, con el corto o el mediano. Aquí analizamos lo que denominamos política espacial, analizando los años del gobierno de Menem, que consistió en la adhesión a los tratados internacionales de no proliferación, en una política de “relaciones carnales” definida por el canciller Di Tella, y en la destrucción del Cóndor, y los años de la administración del matrimonio Kirchner, en los cuales las relaciones con Estados Unidos fueron buenas, pero se mantuvo un foco multilateral y especialmente sudamericano, se dio continuidad a tratados de los años de Menem y a la CONAE, que también fue creada en esos años.

¿Qué se puede concluir? Que mientras que en los noventa se canceló y desmanteló el proyecto de misil, al presente la Argentina tiene, además de desarrollo de satélites, dos proyectos de cohetes, el Tronador II y el GRADICOM, que en términos de contexto se asimilan a un proyecto de país que busca la reindustrialización con capacidades espaciales autónomas. Se pueden analizar las tensiones y la falta de coordinación 

de los proyectos Tronador y GRADICOM, y cómo los esfuerzos de la CONAE por mostrar una orientación pacífica son parcialmente distorsionados por los portavoces del proyecto GRADICOM, cuestión que saca a la superficie una retórica nacionalista con elementos de confrontación internacional, que es lo que no recomienda el Realismo Periférico, frente a una posición cautelosa de la CONAE. Quedará para futuros trabajos -propios o de colegas- estudiar y calificar el impacto en otras tecnologías, especialmente las sensibles.

Esto nos lleva a reflexionar acerca de los argumentos de seguridad, que esconden intereses comerciales. No se trata de un pensamiento lineal o conspirativo. Si dejamos de contar con la tecnología espacial por motivos de seguridad, ¿dejaremos de utilizarla, ya sea nuestra o ajena? Sin utilizar tecnología espacial, el país pierde en materia de desarrollo económico, y utilizando tecnología ajena y ‘confiable’ también, puesto que si bien no renuncia a los beneficios de la tecnología, sí se embarca en su dependencia. Incluso, desde un punto de vista analítico, resulta imposible separar los conceptos de seguridad y negocios en el discurso de potencias como los Estados Unidos: ¿hasta dónde llega el interés comercial y hasta dónde el interés político o las razones de seguridad, que imponen renuncias tecnológicas a los países periféricos, implican un mundo mejor para el sistema internacional, hegemonizado militar, política y económicamente por la potencia hegemónica y sus aliados?

Analicemos. Países confiables con tecnología espacial son los Estados Unidos (principal potencia mundial), Rusia (ex Unión Soviética y anterior potencia mundial), Francia (y a través de ella la Agencia Espacial Europea), Japón, China, India, Israel, Ucrania y Corea del Sur. Países no confiables con tecnología espacial son Irán y Corea del Norte. Nuevamente, ¿qué hace a unos confiables y a otros no? ¿Qué categoría rotulará a los próximos países que probablemente contarán en un corto plazo con inyectores satelitales, como la Argentina o Brasil? La reflexión que puede hacerse al respecto es la aceptación de las reglas 
escritas y no escritas, la hegemonía de la potencia rectora. Probablemente, de profundizarse la tendencia actual de la unipolaridad a la multipolaridad, la diplomacia de la Argentina tenga mayor margen de maniobra que sólo con los Estados Unidos.

Hemos podido leer en las fuentes, como el GRADICOM ha levantado ciertas preocupaciones por parte de actores internos y externos, lo mismo que se ha podido ver cómo los funcionarios diplomáticos y de CONAE quieren verse separados de toda actividad calificada de militar, por riesgo a perder apoyo al plan espacial en la arena internacional. Es muy probable que las presiones internacionales, formales e informales, se hagan sentir como aquellas que padeció la Argentina en los años noventa. Mas el escenario político internacional, con potencias disputando el poder a los Estados Unidos, como China o Rusia, la Argentina estará en una situación con más margen de maniobra. La alianza estratégica con Brasil y la importancia del MERCOSUR, la UNASUR o la CELAC en la política exterior, muestran un cambio sustancial en el concierto de las naciones, que ya no tiene por prioridad solamente las relaciones con la potencia rectora, sino la integración y el desarrollo.

Adicionalmente, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, por su importancia estratégica, la política manifiesta de ir hacia un modelo de sustitución de importaciones, de recuperar la industria nacional y de cerrar la brecha tecnológica entre sectores sociales, muestra un cambio de época en que el Estado toma un rol activo en el desarrollo, que antes había sido dejado a las fuerzas del mercado.

También, el reclamo por Malvinas en la ONU y en todos los foros internacionales, el repudio de la guerra que impulsaron los militares golpistas, la crítica a la nuclearización del Atlántico Sur por parte del Reino Unido, que han violado incluso tratados que nos hicieron confiables internacionalmente como Tlatelolco, son elementos que en conjunto son capaces de plantear un nuevo escenario interno y externo para resistir a presiones, y presentarse como confiables.

Como consecuencia de la política internacional de la década de 1990 y las políticas exteriores adoptadas por Menem, se pueden distinguir algunos hechos relevantes. En primer lugar, previamente a la asunción de Néstor Kirchner, ocurrieron los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, que desató una política militarista ofensiva por parte de los Estados Unidos, lo que acentuó la irrelevancia de la región sudamericana, pero también la obsesión por la seguridad global y la no proliferación. En segundo lugar, las políticas del FMI llevaron a la crisis económica, a la cesación de pagos y a buscar nuevos modelos de desarrollo. También, debido a la crisis económica marcada por el problema del crédito internacional y al nuevo panorama internacional, en que el regionalismo comienza a tener preponderancia, la Argentina encontró aliados en sus socios de América del Sur. Este contexto es sin lugar a dudas muy distinto al de la administración de Carlos Menem.

El kirchnerismo heredó del Realismo Periférico la crisis internacional por la adopción de medidas liberales, una batería de compromisos internacionales como el MTCR y Tlatelolco, un Cóndor ya inexistente y la CONAE. Sin recursos, sin un plan o voluntad de desarrollo tecnológico, con una conducta correcta ante las potencias del sistema internacional no alcanza: a partir de 2003, los gobiernos en Argentina incrementaron la inversión en ciencia y tecnología, y la importancia estratégica del espacio. El resultado, todavía inacabado, es el Tronador II, como parte de un sueño nacional de tener lanzador propio. En suma, en una coyuntura internacional, política y económica diferente, se pueden distinguir hitos que marcan rupturas y continuidades a partir del Realismo Periférico, cuyos resultados han redundado en confiabilidad internacional para la Argentina, pero una confiabilidad para nada absoluta, que puede observarse en las opiniones de los funcionarios estadounidenses sobre la Argentina, que ante cualquier intento de desarrollo de tecnología nacional, por fuera de los parámetros institucionales acordados en la década de 1990, despiertan las alarmas de la proliferación misilística, aunque se trate de una decisión soberana de contar con capacidad de desarrollo de un inyector de satélites propio.

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Fuentes

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Fuente: Revista CTS

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